allí las hierbas eran tan aceradas que no necesitaba hojas de afeitar mi compañero se llamaba Alfredo pero terminé llamándole hijo de puta jugábamos al béisbol en un campo quemado bebíamos agua oxidada de una manguera negra escuchando con los ojos y mirando con los oídos desarrollando facultades síquicas nos lanzaron de noche en...
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