Enamorado de la corrosión de Sicilia, de la vejez, de la tragedia… Tres semanas como turistas en errancia, intentando no ser turistas apostólicos —esos zombis ridículos—. Elegí cuatro cámaras para llevar: tres de juguete, plásticas, y una Olympus Pen. No añoré la precisión de metralla de la analógica, que ya pesa demasiado, además, para...
más»