Ordenar es una forma de neurosis, una manera sanitaria de integrar un código, un orden necesario cuando la vida se agota.
Estaban mis fotos carentes de acomodo desde que derribé antiguas moradas. No acudo con el fanatismo pasado al rito de las cámaras. Como de otras religiones —la escritura, el periodismo, la ilusión, los recuerdos…—, también de la fotografía he escapado porque camino por malos tiempos para el compromiso.
He dedicado algo de esfuerzo en los últimos días a componer dos archivos, uno dedicado a las fotografías tradicionales, químicas, y otro a las digitales. Ambas me sorprendieron con la intensidad con que me tomaron por asalto cuando ya era tarde en mi vida. Siempre me gustó hacer fotos y desde adolescente tuve cámaras en mis manos, pero nunca entendí hasta los cincuenta que también eran espejos para la autoconfesión y un paliativo contra la tristeza.
Para los curiosos o amigos de verdad, los archivos, que iré actualizando, según pueda, con más o menos constancia, están en estas direcciones:
Oraciones sucias: fotos con películas y revelado químicos.
joseangelgonzalez-foto: fotos digitales.