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Mis cabezas cortadas madrileñas, viejos, efigies: uno tras otro, con tanta constancia que llegué a padecer el síndrome de ser un topógrafo recolector, un coleccionista de derrotas. Yo estaba enfermo y ellos, que nada sabían, me ayudaron en la curación, si es que tal posibilidad existe.
Tenemos un billete de avión San Francisco — Madrid para enero, sólo un trayecto. La idea inicial era pasar unas semanas allí, ver a los amigos, a la familia, pisar las calles nuevamente de la ciudad, como diría aquel cantautor, ensangrentada, inevitablemente melancólica por el castigo de la miseria y la feroz tiranía, y regresar a San Francisco, a nuestra casa de Inner Richmond, la única que a estas alturas podemos considerar nuestra.
Resultará imposible. La compra de un pasaje aéro Madrid — San Francisco es un ejercicio imposible para nuestra economía desdentada.
Me gustaría volver a retratar la geografía humana del barrio madrileño donde, pese a la emigración, seguiría ejerciendo la bien ganada condición de vecino, saber qué ha sido de ellos: el hombre de cabeza ovoide y facciones de ave, el gran vigilante negro, el anciano de la calle León, la mujer solitaria…
Tus maravillosas criaturas. ¿Volvéis a Madrid definitivamente entonces? Qué pena si no es lo que quieres…
Tus maravillosas criaturas. ¿Volvéis a Madrid definitivamente entonces? Una pena si no es lo que quieres…
Gracias, David. No, no regresamos. Quizá me he explicado mal. Queríamos regresar para unas semanas, una especie de mini asueto, pero entonces no tendríamos dinero para el billete para volver a San Francisco, que es nuestra casa. Por ahora, pese al esfuerzo, queremos seguir aquí.
O yo estaba espeso… =). En cualquier caso me alegro si eso os permite seguir allí, que es donde queréis estar.