Hubo un tiempo en que los libros eran amasijos de integridad, tatuajes secretos, guiños de arcanos reconocimientos privados. Entrabas en una casa y no te fijabas en la cosecha del vino, la marca de los zapatos, la licenciatura, el último gadget electrónico, el alcance dinerario: caminabas hacia los estantes y acariciabas con la mirada...
más»