Se llamaba a sí mismo «chucho». Como los perros callejeros, consideraba que ejercer la curiosidad era un deber, una necesidad si quieres encontrar buenos y brutales tesoros. Vitas Luckus, el fotógrafo que se deja morder por un chucho en el autorretrato de arriba, fue feliz y vivió en la luminosidad de los excesos: mucho...
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