![Desde la izquierda, A.P., Sara y Maybelle Carter](https://joseangelgonzalez.com/wp-content/uploads/2013/08/102755-050-6EEA28CE-150x150.jpg)
No se trataba de una emisora de radio. Era la voz de los dioses. El locutor estornudaba en el estudio, una casucha de planta baja en Ciudad Acuña (México), y en Chicago, 2.400 kilómetros al norte, decían «salud». Con una potencia de transmisión titánica -un millón de watios-, los alambres de espino de todas...
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