El 24 de enero de 1961, hace ahora cincuenta años, el niñato (19 años) llegó a Nueva York, se bajó del autobús y se preparó para merendarse el mundo.
No le importaba el frío. Llegaba de las sierras norteñas de Minnesota, tierra minera y helada, casi canadiense, donde había cultivado la admiración por James Dean y Little Richard y era temido entre sus colegas por mangonear cigarrillos.
No le importaba haber dejado colgados los estudios en la Universidad de Minnesota. Le sobraba pericia para licenciarse en las calles.
No le importaban los pocos billetes que llevaba en el bolsillo. Tenía cara dura y un millón de años por delante.
Empezó a soltar embustes: «soy un huérfano okie, he cruzados el país como polizón en trenes de medianoche, me enseñaron a tocar la guitarra en las fogatas sucias de los vagabundos, aprendí a cantar frente a las madrugadas limpias de las praderas, conocí a braceros, explotadores, forajidos perseguidos en cuatro estados y niñas con boca de infierno perseguidas en cinco, sé de memoria más de mil canciones, yo mismo he compuesto más de cien, me llamo Bob Dylan por el poeta Dylan Thomas, no bebo tanto como él, pero la noche es larga, vengo a Nueva York porque Woody Guthrie me envió un telegrama y quiere verme en el hospital, ¿me dejas diez dólares y te los devuelvo mañana?, ¿tienes un sofá donde pueda pasar la noche?, este disco de Bukka White me interesa, quiero estudiar como arpegia, me lo llevo y te lo devuelvo, lo prometo, en unos días…».
Con el tiempo dejaría de ser tan lírico y caradura. En el primer tomo de sus memorias (Crónicas), publicado en 2004, dice:
«Llegué en lo más crudo del invierno. Hacía un frío brutal, y todas las arterias de la ciudad estaban recubiertas de nieve, pero yo había salido del norte glacial, de un rincón de la tierra donde los bosques gélidos y las carreteras heladas eran moneda corriente. Podía superar las limitaciones».
Tras el párrafo narrativo, asoma de nuevo el ambicioso pillastre:
«No iba en busca de dinero ni amor. Me sentía extremadamente despierto, iba a la mía, era un tipo poco práctico y, para colmo, un visionario».
Al cabo de unas semanas tenía actuaciones fijas en el Café Wha? (en la calle MacDougal, en el corazón del bohemio Greenwich Village), jugaba al ajedrez con izquierdistas y se echaba una novia (Suze Rotolo, a cuya madre Dylan aseguró que padecía una enfermedad degenerativa y se estaba quedando ciego).
No comía demasiado, pero daba dentelladas a Rimbaud, Mallarmé y otros simbolistas franceses. Fumaba marihuana y bebeía vino. Suze le llamaba The Pig (El Cerdo) por su escasa estima por la higiene.
En octubre, le entrevistan por primera vez en una radio; en noviembre, le contratan para su primer concierto como cabeza de cartel, firma un contrato con Columbia y graba por primera vez en un estudio.
El disco, titulado Bob Dylan, fue publicado en marzo de 1962.
El resto (desde la marihuana con la que invitó a los Beatles a su primer joint, hasta su participación en un spot de sujetadores) es veneración y leyenda.
Andan celebrando el medio siglo del desembarco del niñato en la gran ciudad. El Village Voice publica un especial con análisis doctorales, recuerdos de alcoba, archivos de sonido y otra parafernalia sobre la llegada a Nueva York del tipo que iba a cambiar tres o cuatro veces la historia de la música popular.
Bob Dylan – Little Richard
Del disco pirata I was so much younger. El adolescente Bob Dylan y algunos compañeros de instituto hacen el tonto imitando a su héroe, Little Richard. Grabado en torno a 1958 en el domicilio familiar de Dylan en Hibbing (Minnesota).
Bob Dylan – Talkin’ New York
Una de las dos únicas composiciones propias incluídas en el primer disco del joven trovador. Los manierismos vocales son un homenaje a forma de cantar de Woody Guthrie.
Bob Dylan – Fixin\’ to Die Blues
Bob Dylan – Fixin’ to Die Blues
Enérgica versión de un lamento tradicional del guitarrista y cantante de blues Bukka White. Dylan empieza a desarrollar, aunque con demasiados excesos ornamentales, su manera característica de gruñir y cantar con la nariz. También forma parte del primer álbum.
Bob Dylan – Song to Woody
La mejor de las piezas del disco de début. El casi niño que había visitado a Guthrie en su lecho de muerte, se basa en una melodía folk que éste ya había utilizado (1913 Massacre), para acariciar a su héroe.
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