Levan Kakabadze vive en Georgia, una república que no es precisamente un remanso de paz y estabilidad. Su familia no pasa por un buen momento: el padre, acusado de traficar con drogas, está en la cárcel desde hace cinco años («cuando le llamo no me atrevo a preguntarle ‘¿cómo estás?’, porque sé que no hay forma de estar cuando te falta la libertad») y la abuela murió hace dos meses («todavía no creo que no esté a mi lado con su ternura y bondad»). Levan tiene un ojo fotográfico que encuentra poesía entre tanta grieta: colgada de los alambres, en las paredes melladas, en las aguas lentas del Mar Negro, en las calles vacías que su Nikon D80 conoce al dedillo… «Me gusta cómo la fotografía me construye y me destruye, cómo me lleva de un nivel a otro, cómo me ayuda a ser libre sin restricciones, cómo me obliga a volar en vez de caminar».
NACIÓ en 1984 en Batumi, en la república caucásica de Georgia. INTENTA ganarse la vida como fotógrafo, lo cual es bastante complejo en su país: «Cada moneda que gano es bien recibida. Acaban de pagarme un trabajo a 12 euros por foto. Aquí la industria fotográfica no existe y el Gobierno prefiere contratar a fotógrafos extranjeros para los encargos». EMPEZÓ A HACER FOTOS de manera casual, cuando estudiaba realización de vídeo: «Tenía que hacer un storyboard con fotos e hice una de dos hermanos tomados de la mano. Me recordó a cómo me gustaba coger de la mano a mi hermano pequeño y regresar a casa charlando. Me di cuenta de que puedo compartir mi visión del mundo». LEVAN KAKABADZE admira a Robert Frank («fue un revolucionario, nos enseñó a mirar a través de las emociones»).
¿Qué es la fotografía?
Es la peor de las preguntas que me puedes hacer. Es instinto, sueño, inspiración… Es tan parte de mí que no podría dar una definición verbal.
Tu ciudad tiene una importancia capital en tus fotos. Háblanos de ella.
Podría describirla con una sola palabra: Batumi. Es una pequeña ciudad en la costa del Mar Negro. Durante los tres meses de verano es bastante bulliciosa porque es un lugar de vacaciones para la gente de Georgia que no tiene mar, pero la prefiero en las otras estaciones: puedes caminar por las calles vacías y sentir intensamente la ciudad. Casi todas mis fotos de Batumi son de gente en soledad que va buscando algo o a alguien. Esa soledad me parece positiva.
¿Y el barrio?
Cuando empecé a hacer fotos quise retroceder a los años noventa, cuando yo era un niño, recuperar el espíritu de mi barrio y retratar a los críos haciendo lo mismo que hacía yo: saltar, correr, sentarnos en las escaleras durante horas, jugar, hacer cosas ilegales o prohibidas por los padres… No teníamos televisión en casa, ni ordenadores, la mayor parte del tiempo ni siquiera había energía eléctrica…
Etiquetabas todas esas fotos del barrio con el lema one love. ¿Por qué?
Por nostalgia de aquellos tiempos. El barrio y sus vecinos estábamos conectados por el amor. Ahora siento que ha desaparecido esa sensación… ¡Cuando era un crío había tanto amor ahí afuera! Los niños y los mayores pasábamos el tiempo juntos. En casa no tenía sentido estar porque no había luz y nos reuníamos en la calle. A veces alguien traía un aparato de televisión y lo conectábamos a la batería de un coche.
Eres autodidacta. ¿Cómo has aprendido a hacer fotos?
Nunca me paro a pensar de qué forma aprendí esto o aquello, todo ha llegado como parte de la vida y la experiencia. No hago las fotos pensando en mí mismo, ni en cambiar el mundo. Siempre trato de tener en cuenta a la persona que verá esas fotos, sus sentimientos y emociones, que quizá podamos compartir…
¿Qué temas prefieres?
Lo que me rodea a diario… Me interesa el momento de honda intimidad con el sujeto de mis fotos. Por ejemplo, hice una de un hombre solo con un impermeable amarillo. Está de espaldas a la cámara, mirando hacia el mar, pescando. El día era lluvioso y sólo estábamos él y yo. Le hice una foto y desapareció. No pude ver su cara, nunca sabré cómo era. Momentos como ése me ayudan a conocerme…
¿Se puede ganar dinero en Georgia con la fotografía? ¿Te importa?
Claro que me importa. Soy de una familia pobre y tengo que ganar dinero para seguir adelante, tanto con las fotos como con mi vida. He trabajado haciendo otras cosas, pero es difícil concentrarse compatibilizando dos trabajos durante años. Quiero ganar dinero con las fotos, mejorar y crecer. Creo que es posible, pero influye dónde estés, dónde vivas. En Georgia es muy duro ganarse la vida como fotógrafo.
¿Qué planes tienes para el futuro?
El futuro no se puede planear. Vivo la vida foto a foto.
[Esta pieza fue publicada en septiembre de 2009 por la revista Calle 20. Consulta la versión completa en PDF]