Mi cumpleaños coincidió casi matemáticamente con nuestra llegada, hace dos años, a San Francisco.
Las tres fotos de arriba fueron las primeras que hice en la ciudad, cuando todavía era víctima de la deslocalización y el gran brinco. Siempre que saltas ves tras una gasa.
El par de abajo son las últimas: las hice dos días atrás.
No sé si existen doctrinas que justifiquen los círculos, la metástasis de la mirada, el umbral innaccesible de la mejora…, pero las dos últimas me parecen pésimas en comparación con las iniciales.
Ahora soy un vecino de esta ciudad y me han arrancado la gasa de los ojos.