He expuesto tres veces en San Francisco las fotos de la galería de arriba junto con algunas otras.
Ninguna de las tres ocasiones merece el apelativo de exposición: un bar del barrio, una barbería chic de hombres y un salón de belleza femenino. Es decir, aporté decoración gratuita para los propietarios-comerciantes.
I love your art. It’s amazing
Dijeron los tres. Más o menos.
Vendí seis fotos de las cuarenta y tantas que colgué en las paredes. Cuatro las compraron conocidos. Todas las vendí en el bar.
Ayer guardé las fotos en cajas de cartón y las dejé bajo la cama. A veces los actos condensan una profecía.