Atletas

17/05/2013

Me gustan los atletas.

Nada original digo si menciono su condición alada, aún más celeste cuando compiten, siempre en una decorosa soledad, contra sus propios reflejos, siguendo las sombras de los cuerpos, proyectadas por la iluminación en el tartán sanguíneo de las pistas.

El primer atleta que amé fue Sebastian Coe, el pálido mediofondista inglés que corría contra la profunda tristeza de su mirada, como si estuviese convencido de que aquel supremo esfuerzo a nada conducía.

Ahora es un maldito diputado tory. Me importa poco: no hablo de la persona, hablo de su sombra o, mejor, de la sombra que preñó en mí.

Las zapatillas de Coe —calzado de bailarina, porque correr es danzar contra la física— no parecían apoyarse nunca en el suelo, del que huían, quizá porque la tierra es demasiado eléctrica o arde más de lo debido.

El pulso de su cuerpo en la coreografía del correr era de moderado ardor: sí, aquel hombre se estaba esforzando, pero sólo a él incumbía la agónica búsqueda, ¿de qué?.

Porque nada buscan los atletas, nada quieren y apenas nada dicen cuando sería bien fácil añadir palabras a la cacofonía de este mundo sobrado de léxico y manierismo, donde cada cual opina sólo por alargar un poco más la noche.

La forma del ser humano que avanza contra sí mismo es una forma vacía: no una obra de arte, tampoco una expresión de descontento —porque acaso el enemigo sea siempre uno mismo y no las descarnadas proyecciones de nosotros mismos—.

Algunos afirman que el atletismo es como el póquer: puedes seguir jugando pese a tener basura en las manos, porque nadie más que tú lo sabe.

No quiero creer en esa falacia: corren por su vida.

tramps like us
baby we were born to run

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3 Responses to Atletas

  1. Miguel on 17/05/2013 at 22:45

    No se puede expresar mejor.

    Por la fecha del dorsal, la foto es de 1979, el año mágico de sus tres records mundiales en poco más de un mes (800, milla y 1.500). No hace mucho pasé una noche casi entera en vela saltando de carrera en carrera, estrujando la memoria a veces fascinante de youtube (hay un documental, Born to Run, como en tu canción final, donde se le ve entrenando, subiendo y bajando una cuesta cerca de su casa, quiero recordar que con su padre). Coe, pero también Owett y Cram, y luego Abascal, Aouita, Cacho, El Guerrouj, Morcelli… Me hipnotiza el 1.500, el medio fondo. La mezcla perfecta de velocidad y estrategia, donde puedes ser puro cerebro o un corazón loco, o ambas cosas a la vez. Y me alegra encontrarte aquí tambien.

    • j.a.g. on 17/05/2013 at 23:54

      También en el gusto por esa soledad estamos en el mismo club, Miguel. Coe fue uno de mis héroes infantiles. Años después, una tarde de otoño, cuando el estadio de Riazor aún tenía pista de atletismo (derribada por imperativos del Súper Dépor), vi correr a Aouita, azúcar marrón borrando del mapa a los blancos alados…

  2. Miguel on 17/05/2013 at 22:48

    Ovett, Ovett, no Owett… :) ¡La maldición de los Salieri, que no se libran ni de las erratas!

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