Nacido frente a los altares, el gospel ha de ser una plegaria, una oración. Si el blues es la conciencia de la tragedia insalvable, el gospel es la esperanza.
Mavis Staples entiende la presencia de Dios en cada canción. Sin que eso signifique que es capaz de entender esa presencia, canta con dudas matizadas por la fe, con tristeza blanqueada por la promesa de la redención. Su nuevo disco, One True Vine, el segundo que edita en complicidad con Jeff Tweedy, es íntimo y deslumbrante.
Con la misma fórmula que en You Are Not Alone (2010) —economía de medios y grabación en el sagrado loft de Tweedy-Wilco en Chicago—, en el nuevo álbum, junto con sorpresas inesperadas y valientes (una versión de Can You Get To That, de los calentísimos Funkadelic), hay tres canciones que reviven las verdades bíblicas sobre la gracia de la Palabra (como decía Juan: «ya vosotros sois limpios por la palabra que os he hablado»).
Las inserto como dejando oraciones en el altar que necesito antes de que me mate el blues:
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