David Lynch, el boy scout de la inquietud

28/01/2011
David Lynch en el set de rodaje de "Lynch (One)"

David Lynch en el set de rodaje de "Lynch (One)"

El documental Lynch (One), que se edita en España, muestra la retorcida ingenuidad del cineasta David Lynch. En junio se estrena Interview Project, su nueva película de entrevistas a gente corriente.

Es al cine lo que Francis Bacon a la pintura: un artista maniático, terco y difícil de complacer. Como al pintor inglés, al que admira (“sus cuadros me hacen despegar”), le importa bien poco lo que digan los demás.

Se llama David Lynch, siempre lleva abotonada la camisa hasta el cuello y sus películas te hacen sentir incómodo. Habla sobre el mal, sus muchas caras y, entre todas ellas, la más aterradora: la de cada uno de nosotros.

Gran explorador cinematográfico de la inquietud, ajeno a mostrar frontalmente el puro asco con las maneras inmaduras de Quentin Vísceras Tarantino y sus muchos alumnos, Lynch es un tipo simple y con una enorme capacidad de observación metido en un mundo sumamente loco e intrincado.

Cuando hace unos años le pidieron que escribiese un resumen biográfico le bastaron cuatro palabras: “Águila de los Scouts, Missoula, Montana”. El origen, la tierra boscosa donde nació en 1946, y el mayor galardón de los Boy Scouts, cuyo lema es, como el de Lynch, estar “siempre listo”.

Todos somos Samsa
En el documental Lynch (One), que se pone a la venta el día 27 en DVD (Versus Entertaiment, 16,95 €), este boy scout al que nunca confiarías a tu abuelita, pese a que, al mismo tiempo, estás seguro de que haría mejores migas con ella que tú, explica su forma de ver el mundo.

El supuestamente torvo cineasta resume su canon estético. Habla de la belleza singular, tan japonesa, tan idolatrada por turistas y calendarios, de los árboles de cerezas. Pero, advierte, “si te acercas ves que el tronco ¡está absolutamente lleno de hormigas!”. Gregorio Samsa somos cualquiera.

Firmado por un enigmático realizador enmascarado bajo el muy lynchiano seudónimo de BlackAndWhite, el documental tiene el mismo estilo, una especie de retorcida ingenuidad, de las obras del cineasta.

Le seguimos durante los dos años previos al rodaje de su último largo, el indescifrable y en ocasiones abstruso Inland Empire (2006), uno de los grandes fracasos de Lynch. Entramos con él en las factorias abandonadas de la Polonia comunista utilizadas como sets, vemos como fuma y bebe café con intensidad espasmódica, le acompañamos mientras fabrica mobiliario y atrezzo para la película, asistimos a la grabación diaria de los vídeo-mensajes sobre el pronóstico del tiempo que cuelga en su web (de pago) y se explaya sobre las supuestas bondades de la Meditación Trascendental, una marca registrada patentada por el seudo gurú Maharishi Mahesh Yogui (1918-2008).

Los próximos meses van a estar llenos de estímulos para los muchos seguidores del director de obras maestras como las películas El hombre elefante (1980), Blue Velvet (1986) y Una historia verdadera (1999) y la serie de televisión Twin Peaks (1990-1991), que injertó por primera vez en televisión la imaginería surreal y moral de Luis Buñuel, la soledad de los cuadros de Edward Hopper y la teoría de la ambivalencia del sicólogo Carl Jung.

Hace unas semanas se estrenó el videoclip de animación que dirigió para Moby (Shot in the Back of the Head) y el día 30 se inagura en la galería Michael Kohn de Los Ángeles (EE UU) una exposición de las cincuenta fotografías que hizo Lynch para ilustrar el disco Dark Night of the Soul, del productor Danger Mouse (Gnarls Barkley) y el grupo Sparklehorse del oscurísimo Mark Linkous [tras la publicación de este reportaje, Linkous se suicido, en febrero de 2010].

30.000 kilómetros y ningún plan de producción
Como plan mayor Lynch está editando Interview Project, una serie documental cuyo primer capítulo está anunciado para junio. Grabó en vídeo durante sesenta jornadas, sin plan inicial de producción y a lo largo de más de 30.000 kilómetros, los testimonios de personas corrientes que hablan sobre sueños, deseos, planes de futuro, enfermedades, felicidad, orgullo…

La serie, que quizá sólo se emita a través de Internet, surgió a partir del best seller de Lynch Catching the Big Fish: Meditation, Consciousness and Creativity, libro no traducido al castellano, donde defiende la tesis de que “no es necesario sufrir para crear”, porque “si te diviertes estás despierto y las ideas fluyen”.

El “Jimmy Stewart de Marte”, como le llamó algún crítico, sigue siendo uno de los pocos directores que nunca se corta para hacer realidad sus fantasías, que nunca se pregunta por su significado y que se mueve en la tierra de nadie donde lo macabro y lo cotidiano se diluyen uno en el otro (“me gusta la parte inexistente de América”). Como uno de sus mejores personajes, el depravado –pero sufriente­– Frank Booth de Blue Velvet, Lynch parece seguir gritando a pleno pulmón en medio de la noche: “¡Vamos a follar! ¡Vamos a follar a todo lo que se mueva!”.

El cadáver de Laura Palmer en "Twin Peaks"

El cadáver de Laura Palmer en "Twin Peaks"

El cadáver de la chica más popular de Twin Peaks
El cadáver envuelto en plástico de la chica más popular del pueblo aparece en la ribera de un río en Twin Peaks, una pequeña ciudad maderera donde, como dice la publicidad, “nadie es inocente”.

Desde el momento de la emisión del primer capítulo (8 de abril de 1990), la pastoral americana de David Lynch y Mark Frost convulsiona a los espectadores y se convierte en objeto de culto y en una todavía patente influencia en el modo de hacer dramas para televisión.

El agente del FBI Cooper, que se mueve por los dictados de la meditación tibetana, contra Killer Bob, la esencia del mal.

Humor macabro en 30 capítulos. Fue reeditada en 2007 en un estuche de diez discos (Paramount, 45 €).

[Esta pieza fue publicada el 14 de mayo de 2009 por el diario 20 minutos. Aquí la puedes leer completa en PDF]

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3 Responses to David Lynch, el boy scout de la inquietud

  1. […] Casey, Paul Chatem y otros. Todos son bastante avant-garde y, al igual que el creador de la serie, David Lynch, creen que la malignidad pura está flotando en el aire en el que vuelan los […]

  2. […] El boy-scout de la inquietud […]

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