Cartel de la exposición de arte organizada para celebrar el 20º aniversario de la serie de David Lynch
He aquí el infierno: el bosque donde Laura Palmer, atada a una silla y con los ojos vendados, se entrega a la religión de Killer Bob, el parásito sonriente de quien solamente pueden tener una visión los benditos o los condenados.
Bob is Bob
Eager for fun
He wears a smile
Everybody run
Laura, envuelta en plástico, sosteniendo en las manos el semen de Bob como una cliente del Ejército de Salvación.
Laura y su doble vida, sucia y limpia. ¿Para qué limpiar si no quieres ver? ¿Para qué ver las escamas?
Laura, hablando con alguien que solamente es visible para ella.
Quizá con Bob y otros moradores de los bosques, donde ningún sueño es seguro.
Pero vamos hacia los boques y, gracias a dios, nos separamos del mundo.
Pongo en duda que exista una serie de televisión tan feroz, retorcida, y divertida como Twin Peaks.
En febrero celebran en Los Angeles el vigésimo aniversario de su exhibición con la exposición de arte In the Trees, un homenaje a la huella icónica de la serie.
Participarán Glenn Barr, Tim Biskup, Scott Campbell, Amy Casey, Paul Chatem y otros. Todos son bastante avant-garde y, al igual que el creador de la serie, David Lynch, creen que la malignidad pura está flotando en el aire en el que vuelan los gorriones.
David Foster Wallace, autor de un incisivo ensayo-reportaje sobre Lynch, opinaba que el majara cineasta trabaja con metáforas kafkianas sobre «la culpa, la denegación y la evasión sicológica».
También anotaba, y no se trata de algo baladí, que toma en los rodajes tanto café («negro como la noche más oscura», como pide el teniente Cooper una vez y otra en Twin Peaks) que resulta más que posible que Lynch esté de los nervios.
Según Wallace, el único objetivo del director-guionista es que el espectador no se pregunte si sus obras «quieren decir algo». Si es así, no lo consiguió con Laura Palmer, Killer Bob y los demás elementos, humanos y sobrenaturales, que pueblan, rondan o reptan en la serie.
Nadie es el mismo tras ver Twin Peaks. No puedes ponerte a caminar por una senda entre abetos si sabes con certeza que los buhos son algo más que buhos.
Dibujo de David Lynch
Para la bonita (y por ahora casi vacía) web de la exposición de cumpleaños, Lynch ha bosquejado una ilustración sencilla, pero donde los elementos son sustantivos: un pastel y las lomas gemelas que bautizan a la ciudad donde nada es lo que parece.
Depositario de una obra desigual en la que abundan las medianías insufribles y escasean las obras de fuste (Twin Peaks, Blue Velvet y Una historia verdadera son lo único notable), a Lynch debe atribuírsele el mérito de lograr, como Killer Bob, meterse en nuestras cabezas y hacerse dueño de aquello que está ahí dentro.
Su apellido ha derivado en adjetivo. Lynchiano, definió Wallace, alude «a un tipo particular de ironía donde lo muy macabro y lo muy rutinario se combinan de tal forma que revelan que lo uno está perpetuamente contenido en lo otro».
[Tras escribir esta entrada he subido a la web la pieza David Lynch, el boy scout de la inquietud, que publiqué hace dos años]
¿Puedes creerte que no he visto Twin Peaks? Y con lo que soy yo además… En su día era un pobre estudiante sin televisión y luego… supongo que ha ido pasando el tiempo. A ver si reparo el error :)
Hace un par de años pasamos una madrugada del 1 de enero viendo casi toda la primera temporada en sesión contínua. Sigue siendo una delicia, un extraño arabesco… La segunda temporada baja bastante. Yo que tú, no dejaría pasar más tiempo. Es una maravilla.
te dejo un enlace por si no conoces nuestro foro la logia blanca. Unos cuantos fans de esta maravillosa serie. saludos
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