Fernando Pessoa, Aleister Crowley y Hanni

08/07/2013
Hanni Larissa Jaeger

Hanni Larissa Jaeger

Casi nada se sabe de Hanni Larissa Jaeger , una joven estadounidense que se hacía pasar por alemana.

Cuando tenía 19 años, era conocida como la apocalíptica Mujer Escarlata. Frecuentaba la fe y el lecho de Aleister Crowley, el mago inglés que intentaba atraer las iras del cielo orando al revés (“y líbranos del bien”), había fundado la sociedad secreta Golden Dawn y flirteaba, con bastante mal gusto y la misma cantidad de desatino, con el satanismo, el ajedrez, el alcohol, el sufismo, el alpinismo y el tantrismo sexual.

Crowley era conocido como La Bestia y Jaeger como su Concubina o El Monstruo, tal como había sido bautizada en la sicialiana Cefalú, en la abadía de Thelema, cuartel de la locura final del mago, de la que había sido expulsado no tanto por la moral de Mussolini como por una turba de campesinos que le acusaban de practicar misas negras que arruinaban las cosechas y malograban los partos de los animales.

En septiembre de 1930, la pareja viajó desde Southampton a Lisboa en el vapor Alcántara. El día 1, un pesado banco de niebla obligó al barco a escudarse durante toda una jornada en el puerto de Vigo. Esta menudencia climática me parece interesante: me gusta imaginar a la esnob pareja de faustos paseando por la nocturna filigrana del Berbés, el barrio de pescadores, acaso en busca de algún secuaz que pudiese conducirles a la bocana de la ría, el lugar fascinante donde, según alguna doctrina geodésica, se cruzan las líneas maestras del magnetismo bipolar terrestre —teoría que cita Verne en la segunda parte de la historia de Nemo y el Nautilius—.

Al día siguiente, cuando el Alcántara atracó en Leijoes, a los viajeros les aguardaba en el muelle un hombrecillo tímido, cubierto por un gabán viejo como el mundo: Fernando Pessoa.

Don Fernando se había carteado con Crowley, remitiéndole algunos de sus poemas eróticos (Antínoo y Epitalamio encandilaron al inglés: “¿Sombras?, manos de sombra”) y además, Pessoa padecía la nostalgia del hermetismo y los arcanos y anhelaba traducir al portugués, como terminaría consguiendo, el Hymn to Pan, un poema de Crowley publicado como epígrafe de Magick (1929).

Crowley y su acompañante se hospedaron en varios hoteles de Estoril, Lisboa y Sintra, mantuvieron un par de entrevistas con Pessoa y, con la connivecia de éste y un amigo periodista, prepararon la falsa muerte de La Bestia. Las razones del montaje fueron, incluso para un luciferista de pantomima, espurias: a Crowley le perseguían los tribunales y los acreedores por estafas e impagos de deudas puramente terrenales. Tampoco era bienvenido en ningún lugar de Europa tras descubrirse que había sido espía a sueldo del Kaiser Guillermo durante la I Guerra Mundial.

El 25 de septiembre, el periodista confabulado, un tal Ferreira Gomes, mientras paseaba al borde del Atlántico, en el acantilado conocido, de modo muy adecuado, como Boca do Inferno, descubrió una pitillera y una carta en papel membretado del hotel Europa. La tradución de la breve epístola, escrita a mano y en inglés por Crowley, es:

 No puedo vivir sin ti. La otra Boca do Inferno va a engullirme, pero no será tan cálida como la tuya. Hisos Tu Li Yu

Una vez denunciada la supuesta desaparición, la Policía y los diarios se inclinaron por la tesis de un suicidio, pero también se mencionaba la posibilidad de que alguien hubiese empujado a Crowley al mar. Algunos círculos conspiracionistas atribuyeron el crimen a un agente del Vaticano y Scotland Yard envió inspectores a Lisboa; Pessoa fue una de las personas interrogadas, pero no reveló el montaje ante los agentes, aunque terminó por reconocerlo, animado por la cafeína y el orujo, en las tertulias de A Brasileira, donde afirmó que Crowley tenía problemas y quería ser dado por muerto.

La componenda fue desmontada con rapidez: la investigación policial determinó que Hanni Larissa Jaeger había dejado Lisboa por mar unos días antes, mientras Crowley entraba en España por Salamanca y ambos se encontraron en Alemania unas semanas más tarde.

Aunque el episodio de la Boca do Inferno esta muy documentado bibliográficamente, tal como corresponde a las notorias personalidades de sus principales actores, el rastro de Jaeger se pierde en Berlín, en octubre de 1930.

Por apatía o falta de medios, lo que he logrado indagar es poco:

Lars Howe

Lars Howe

Aleister y Hanni rompieron unos meses después. Ella, pronto olvidadas sus aspiraciones como Mujer Escalata, viajó durante dos años por Europa con el contorsionista Lars Howe.

Crowley inició la senda de un derrumbe que le llevaría a intentar vivir del negocio por correspondencia, redactando cartas astrales e intentando vender embotellado su “licor seminal”, que anunciaba como “elixir de la vida”.

En los años cuarenta, Hanni se presentó como bailarina, bajo el nombre de Harlem’s Reverie, en el Elk’s Rendezvous, un local de la avenida Saint Nicholas de Nueva York del que era propietario Luckey Roberts, un pianista de ragtime retirado, y donde había actuado con frecuencia Louis Jordan, el verdadero inventor del ritmo que los profesionales de la mercantilización del arte llamarían rock and roll.

De las amistades entre el clan de los músicos de jazz, Hanni adquirió el hábito de la cocaína y, en 1944, fue internada en un sanatorio. En 1945, el poeta Wallace Stevens, ya sexagenario y también paciente de la casa de reposo, le dedicó estos versos:

Sólo nosotros dos somos uno, no tú y la noche,
no la noche y yo, pero tú y yo, solos

Cuando visité Nueva York hace unos años, dediqué varias tardes a curiosear en la Bibloteca Pública de Brooklyn, que tutela la mayor base de datos genealógica de la ciudad. Sólo encontré, en una colección de fondos históricos sobre la era del jazz, una foto de Hanni en una extraña pose, quizá aprendida de su amante contorsionista.

Hanni Larissa Jaeger

Hanni Larissa Jaeger

La imagen me abría dos pistas: el antiguo propietario de la colección donada a la biblioteca y el autor de la foto.

El primero era Robert Moses, un funcionario municipal apasionado por el urbanismo y los parques, que había fallecido en 1988. A tres de sus hijos mostré la foto de Hanni, pero ninguno reconoció nada familiar en ella: sugirieron que era una más de las piezas de su padre, aficionado al coleccionismo de fotos.

Los herederos del fotógrafo Lou Stoumen tampoco fueron de gran utilidad: simplemente señalaron que, por el estilo del retrato, podría tratarse de un descarte del material que había sido seleccionado para una modesta antológica de Stoumen en el Museum of Modern Art. Me pidieron copiar la foto y prometieron comunicarme cualquier novedad.

En enero recibí una carta de Syd Beaumont, el comisario de la exposición:

Robert Stounem me ha mostrado la foto. Puedo hablarle de ella.

La mujer es, como usted ya sabe, Hanni Larissa Jaeger y no creo que le importen mis confidencias, ya que está muerta desde hace más de treinta años, aunque, por desgracia, no conozco ni las circunstancias ni el lugar del deceso, que me fueron comunicados por terceras personas.

Hanni Larissa, como debe usted saber, estuvo relacionada con el ocultista Crowley cuando era casi una niña.

Al regresar a Nueva York, se estableció en un apartamento que pertenecía a Crowley desde principios de siglo, cuando había residido en esta ciudad. En el momento de la ruptura, cuyos motivos desconozco, él decidió legar la casa a Hanni.

Su tren de vida y algunas aficiones no precisamente módicas, puede imaginarlo, la obligaron a vender la propiedad a finales de los años cuarenta. Yo vivo ahora en la vivienda, que compré a Hanni, junto con el mobiliaro, a un ventajoso precio. Fue en esta época cuando la introduje al fotógrafo Lou Stoumen, a quien interesaban los personajes de la fauna exótica de Manhattan.

Cuando ocupé el apartamento encontré una gama de objetos que, siendo benévolo, podría calificar de extravagantes. Algunos, las pipas de opio o las primeras ediciones de Blake, habían pertenecido a Crowley. Otros, sin género de dudas, eran de Hanni. Adjunto la copia de una carta que le interesará.

Soy un hombre viejo y el tiempo es mi enemigo. No obstante, téngame al tanto de cualquier avance en su investigación.

El remite precisaba las señas postales de Beaumont: el edificio Dakota, donde, además de Crowley, residieron Boris Karloff y John Lennon, tiroteado a muerte frente al inmueble.

El documento que añadía era una carta, escrita en inglés de puño y letra y datada el 13 de enero de 1931 por Fernando Pessoa:

Hermana H:

¿Me quieres a mí por ser mí o por no? ¿O no me quieres incluso sin mí ni no? ¿O qué?

No puedes seguir al amparo de ese maleante, ese espantajo Crowley. No debiste marchar con él.

Me habías prometido, pequeña fiera, dejar que huyese y quedarte en Lisboa.

Cada vez necesito ir más a Cascais, a la Boca del Infierno, pero en serio, con dientes, boca abajo. Recuerdo la piedra donde me volviste loco y glotón.

Esto lo escribe un ser humano.

Regresa, Ibis, regresa.

De verdad.

Fernando


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7 Responses to Fernando Pessoa, Aleister Crowley y Hanni

  1. Luis on 15/09/2013 at 13:48

    Podrías por favor darme a leer la carta de Pessoa para Hanni en Inglés?

  2. Carlos Pittella-Leite on 11/06/2016 at 21:22

    Hola! Muchas gracias por el texto sobre Hanni! Una pregunta: la supuesta «foto de Hanni en una extraña pose» no seria la foto en realidade de Martha Graham a bailar The Rite of Spring, de Stravinsky? Mira que el pelo e los trazos del rostro no se paren con los de una alemana — y son muy parecidos con los de Martha. Buenos días

  3. Carlos Pittella-Leite on 11/06/2016 at 21:24

    ps: y la foto primera me parece ser de Emina Ilhamy (1873-1892).

    • Carlos Pittella-Leite on 11/06/2016 at 21:27

      ps2: en la realidad, la primera foro sería de Zubeyda Javidan, nascida «May Török de Szendrö»…

  4. Eduardo Martínez on 23/07/2018 at 23:43

    Hola !
    he leído tu excelente trabajo acerca de Pessoa.
    Lo que no me queda claro es qué es lo «histórico» y qué «ficción»
    Gracias !!!
    Enhorabuena

    • j.a.g. on 24/07/2018 at 10:15

      Gracias. Prefiero que imagines o decidas tú mismo dónde está la frontera =)

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