cada noche íbamos a los socavones
un terreno baldío
cerca del refugio
íbamos sólo por estar allí
y compartir tabaco negro
sin decirnos nada
con Amaro y López y aquel otro tipo
al que llamábamos Artista porque
se hacía el interesante
el que está de regreso
cuando en realidad nunca había ido
a ninguna parte
Artista, decía alguien
debes comprar otros zapatos
para parecer un artista
¿qué tipo de zapatos?, preguntaba él
no sé, chico, pero esa piel brilla como el plástico
de un envase de refresco, le contestaban
para sacarlo de sus casillas
porque se creía inteligente y complejo
superior al resto
fumábamos mientras bajaban la niebla
y el frío sobre los socavones
donde habían fusilado a la gente
Artista se reía a menudo de la historia
decía: los muertos son tan culpables como los vivos
creyéndose Céline, al que, por cierto, no había leído
eso molestaba a López y Amaro
que tenían familia
entre los fusilados
gente normal, ebanistas y soldadores
que saludaban diciendo
sin dios sin patria
una noche Artista no apareció
pero nadie se preocupó demasiado
jactancias fuera, pensamos
cuando llegó López
todos admitimos
que sus zapatos
brillaban
como una botella
recién comprada
nos gustaba la niebla
ocultándolo todo
en los socavones
y seguimos fumando
sin decirnos nada
entre los muertos