Sally Mann se ha escapado. Su última exposición, The Flesh and The Spirit, que se clausura dentro de unos días en el Virginia Museum of Fine Arts, es la de la ruptura y las últimas consecuencias. No hay sentencia favorable en este proceso: Sally Mann se ha escapado, es una prófuga.
Quienes adorábamos a la fotógrafa de la vulnerabilidad y el candor de la serie Inmediate Family (1992), nos enfrentamos ahora con una radical transformación.
La muerte está tan presente en sus últimas fotos (rotas, abstractas, casi deshechas) que el enfrentamiento duele.
Placas de cristal, ambrotipos, colodión…, técnicas viejas para autorretratos arañados, sombras y difusas enajenaciones, tan latentes como cicatrices.
La imagen se pierde, se evapora. La foto parece haberse fugado junto con la fotógrafa.
Me gustaría estar en Virginia y buscar el escondite en el que se han encerrado.