El término jazz en su progresión hacia la respetabilidad, primero había significado sexo, luego baile, luego música. Se asoció con un estado de excitación nerviosa, no diferente al de las grandes ciudades de detrás de la línea de fuego de una guerra.
F. Scott Fitzgerald – Ecos de la Era del JazzUna vez que se había sumergido en la canción, que la conocía a pies juntillas, entonces podía tocar a su alrededor, nunca dentro de ella, pero siempre tenía esa intimidad, esa franqueza, porque él estaba en el fondo, estaba en ella. No tocaba alrededor de la música, tocaba alrededor de sí mismo.
Geoff Dyer (sobre Thelonious Monk) – Pero hermoso
El jazz, un tapiz de hilos de sueños. Donde el rock es cerrado, el jazz se abre. Donde el rock es pensamiento, el jazz es instinto.
Confesión desde dentro, profunda, casi sagrada.
Brotando del blues —cuna de todos los vástagos—, el jazz, como el sueño accidental, es el cauce sin forma.
Parecen tocar por accidente, encontrar una veta, seguirla, dejarla por otra más fértil, pero sólo un momento…
Pican como abejas, son incomprensiblemente libres. Nada sabemos los analfabetos de esa locura de lobos mordisqueando la luna.
Yo era todo oído, / y creí que podría crear un alma / dentro de la Muerte» (John Milton)* «¡Dadme el arco de oro ardiente! / ¡Dadme las flechas del deseo!
William BlakeMúsica oída tan honda / que ya no se la oye.
T.S. EliotUna sola cosa queda viva: el anhelo, el anhelo insaciable, un deseo vago, un hambre.
Richard Wagner