La historia de Eric Swayne (1932-2007) es la de un olvido, la de un momento pasajero de gloria. Tras ejercer como uno de los fotógrafos mimados por las superestrellas del pop inglés de los años sesenta, cayó en el ostracismo y murió sin un penique en el banco. Cuando supo que padecía un cáncer terminal sin tratamiento posible, decidió ordenar su viejo estudio: condenó casi todo el contenido a los contenedores de desperdicios, pero, quizá en un ultimo arranque de nostalagia por los años dorados, atesoró en una caja unos cuantos centenares de copias y muchos más negativos. Cerró aquel paquete de recuerdos con cinta de embalaje y escribió sobre el cartón un rótulo que parece un epitafio: «No tirar a la basura».
Uno de los hijos de Swayne reabrió hace poco la caja. No tenía idea de lo que podía encontrarse. Aunque sabía que su padre había ejercido como fotógrafo, nunca había revelado a la familia quiénes habían sido sus modelos ni de qué intensidad era el grado de implicación que mantenía con la jet set del pop inglés. Lo que emergió le quitó el aliento: había fotos de los Rolling Stones —sobre todo de Mick Jagger, Keith Richards y Charlie Watts—; de la inventora de la minifalda Mary Quant; de las top-models Pattie Boyd y Grace Coddington; de la actriz Catherine Deneuve y su marido, el fotógrafo David Bailey…
Una selección de las pasmosas fot0s ocultas de Swayne se expone por primera vez ahora en Londres. The Stones and their Scene (Los Stones y su círculo), en la sede del barrio londinense de Chelsea de las Proud Galleries hasta el 28 de julio, es la primera exposición antológica de un fotógrafo al que Keith Richards llevaba de compras en el Rolls Royce y ante quien Mick Jagger se quitaba la máscara pública para hacer monadas en el estudio. Las imágenes permiten un acercamiento a algunos de los personajes clave de la fructífera explosión creativa que ocurrió en Londres durante la década prodigiosa.
Retratados con estilo fresco y sin ampulosidad pero en la cúspide de sus carreras, los modelos afrontan la cámara sin poses, sobre todo porque Swayne era amigo personal de todos ellos. No en balde había dejado un empleo en un bar bohemio del Soho por recomendación de Bailey, uno de los capos de los retratos a famosos en la época, que le tomó aprecio y le animó a atreverse con la fotografía. Antes, Swayne había trabajado como agente de policía —fue expulsado del cuerpo por reformar un uniforme para que le sentase mejor— y había vivido una temporada en París.
Algunos de los retratos más conseguidos son de Pattie Boyd, que fue novia del fotógrafo hasta que fue contratada como actriz para la película de los Beatles ¡Qué noche la de aquel día! (1964), en cuyo rodaje se enamoró de George Harrison, con el que estuvo casada entre 1966 y 1977.
Tom Sawyne, el hijo del fotógrafo, ha declarado que su padre «tuvo un momento y el momento pasó». Añade que la familia «nunca tuvo ni idea de hasta que punto estuvo implicado en aquel ambiente. En los años setenta y ochenta perdió sus contactos y supongo que todos le olvidaron».