Bossa Nova: el vaivén de los cantantes resfriados

07/01/2011
Tom Jobim goes to Hollywood. El ?inventor? de la bossa (izquierda) enseñó a Frank Sinatra cómo cantar bajito. Foto: Editorial Turner

Tom Jobim goes to Hollywood. El ?inventor? de la bossa (izquierda) enseñó a Frank Sinatra cómo cantar bajito. Foto: Editorial Turner

Cincuenta años después de Chega de saudade, la primera canción del género, la bossa nova es, tras el rock y el jazz, el estilo musical más cosmopolita y pervive como sintonía de la felicidad.

La bossa nova es el único estilo musical en cuyo regazo no suena ridículo un diminutivo. Aunque con esa dignidad debería bastar, hay más argumentos: es el género más cosmopolita y plural tras los esperantos de la música popular del siglo XX, el rock y el jazz.

Como éstos, ha maridado con otros sonidos y su cadencia puede apreciarse en el loungue, el drum’n’bass, el tecno y otras bastardías. Uno más: el gurú del estilo, Tom Jobim (1927-1994), tiene tantos discos como Ella Fitzgerald y, al igual que ella, es venerado por personas de todas las razas y ambientes.

La caricia fundacional de la bossa acaba de cumplir 50 años. Se titulaba Chega de saudade: un minutos y 49 segundos de murmullo de João Gilberto (1931) sobre una batida sincopada de Jobim y una letra de Vinicius de Moraes (1913-1980): Dentro de mis brazos los abrazos / Van a ser millones de abrazos / Apretado así, colado así, callado así / Abrazos y besitos y cariños sin fin.

Desde entonces, julio de 1958, no queda duda: dices bossa nova y dices toalla en la arena, botiquín sentimental, el vaivén de un barco fermentando en el alma…

Cuenta el periodista e historiador Ruy Castro que nadie adulto en Brasil puede olvidar dónde estaba y qué hacía cuando escuchó la templada tristeza de Gilberto. Mientras la vieja guardia de la música popular se tiraba de los pelos («tiene voz de resfiado y oído de tuberculoso», decían), la revuelta se extendía calle adelante.

En pocos años, la bossa nova era el sónido del país y calaba en todos los continentes. Los patriarcas del jazz estadounidense fueron los primeros en reconocer la revolución que llegaba desde los pequeños clubes nocturnos de Río de Janeiro.

La élite de la revuelta era una pandilla de jóvenes de clase media, hastiados de la universidad, diletantes, bebedores y habitantes de la playa. Se tomaban a choteo las críticas (en el pecho de los desafinados también late un corazón, dice una de las más bellas canciones de Jobim) y buscaban un modo expresivo más puro que sus mayores, enamorados del falso latinismo que vendían desde Hollywood.

Estilo «de afeminados»
Su revolución no fue nada tranquila. Castro enumera las cinco «grandes agresiones» que sufrió la bossa: la de los músicos mayores, que la consideraban un estilo «de afeminados»; la de los «ritmos extranjeros», todos bailables y bastante simplones (rock, cha-cha-cha, twist); la «agresión por omisión» de los medios de comunicación, sobre todo de la poderosísima Radio Nacional, que la «ignoró completamente»; la «agresión política» que sufrieron buena parte de los músicos al alinearse con la izquierda y el «silencio» social de los años 70 y 80, cuando Brasil «dio la espalda» al género.

En este medio siglo, la bossa ha poblado los rincones del mundo –incluso las salas de espera médica y los restaurantes pijos- con música casi intangible, levísima, descriptiva con maneras impresionistas del Brasil más sosegado y existencial, un territorio donde, dado el esplendor de lo circundante, basta decir poco y con humildad. La lista de grandes intérpretes es agotadora e indiscutible la influencia de aquella nueva ola en Gilberto Gil, Chico Buarque, Milton Nascimento, Caetano Veloso y otros muchos tropicalistas.

Si usted ha llegado tarde, el mejor acercamiento a la bossa es Brasileiro, una caja de ocho compactos -por desgracia, no distribuida por ahora en España (de impotación sale por casi 70 €)- con lo mejor del gran Jobim. Sus canciones, hielo en el vaso de agua, se derriten como si derretirse fuese el lento y natural progreso de un amor inflamado.

Menos onerosa es la inversión en el doble recopilatorio 1958-2008: 50 años de Bossa Nova (Universal Music, 17 €) o en alguno de los cincuenta discos que reedita esta misma empresa para celebrar el medio siglo de la música en slow motion que permite entender lo inútil de cualquier esfuerzo.

"Francis Albert Sinatra & Antonio Carlos Jobim" (1967)

"Francis Albert Sinatra & Antonio Carlos Jobim" (1967)

Frankie hace ‘chssst’

En enero de 1967 Frank Sinatra y Tom Jobim se reúnen en un estudio del Sunset Strip de Los Ángeles, y graban Francis Albert Sinatra & Antonio Carlos Jobim, un disco murmurado y de contención.

Todos parecían hacer «chssst» para respetar la sutilezade la música del brasileño.

«La última vez que canté tan bajo fue cuando tuve laringitis», dijo La Voz.

"Elis & Tom" (1974)

"Elis & Tom" (1974)

Acuarela y lienzo

Elis Regina era la gran acuarelista. Jobim, el lienzo.

En el año 1974, cuando él era un patriarca saludado por el mundo y ella la gran voz del país, se encontraron y pudieron hacer el disco soñado, delicadísimo, confortante y, al mismo tiempo, porque no es necesario gritar para que te escuchen, ardoroso, con la textura de una epifanía.

La historia dice que ocho años después Elis mezcló demasiado Cinzano con demasiada cocaína y que a Tom lo tumbó, en 1994, un cáncer.

Es mentira: han puesto casa en la lentitud infinita del Atlántico.

"Bossa Nova. La historia y las historias", Ruy Castro (Ed. Turner, 2008)

"Bossa Nova. La historia y las historias", Ruy Castro (Ed. Turner, 2008)

La vida bohemia y sus gentes

Reconstrucción en periodismo carioca (es decir, en estilo alborozado anti New York Times) de la vida bohemia de la bossa y sus gentes.

Local a local, borrachera a borrachera, Ruy Castro nos regala un reportaje de más de 500 páginas que se lee con pasión de novela y batida de samba.

Reimpreso veinte veces, corregido y aumentado, traducido allá donde la bossa va, o sea, donde sople buen viento, aquí está la historia de la tropa entera: Jobim, Bonfá, Lyra, Regina, Vinicius y, sobre todos ellos, el sordo João Gilberto, el cascarrabias capaz de cantar más dulce que un tamarindo.

[Esta pieza fue publicada el 13 de noviembre de 2008 por el diario 20 minutos. Aquí la puedes leer completa en PDF]

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One Response to Bossa Nova: el vaivén de los cantantes resfriados

  1. luiz fernando rocha on 03/10/2015 at 23:39

    Parabéns pelo ótimo artigo sobre a bossa-nova.

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