Se llama A. Es mi única hija. En la línea genealógica es la del medio, entre dos chicos, F. y L.
A. tiene 21 años pero la cara traiciona la edad y todavía parece una niña.
Cuando estos días la veo leer mi ejemplar de Los vagabundos del dharma, tirada en el colchón, pierdo el sentido del tiempo y confundo el pasado con el futuro.
Siempre he creído que me parezco a A. Quizá lo hago para considerarme mejor de lo que soy. Me complacería tener la mitad de su corazón y la sonoridad de su risa.
Cuando A. nació, las enfermeras de la maternidad le hicieron un lazo con gasa y me la mostraron como «la niña más guapa del mundo». No exageraban.
Como yo, A. se aburre un poco con la propaganda metafísica de Los vagabundos del dharma. Preferimos En la carretera.
[…] This post was mentioned on Twitter by Michelle Martinez. Michelle Martinez said: RT @apm35: A. by José Ángel González, at http://bit.ly/eAKQjR […]
It bugs the crap out of me when parents brag endlessly about their progeny (i.e., read Chaucer at 5, Harvard at 17, first million at 20…oh, come on!) but somehow your description of A. reading Dharma Bums makes me smile. She can visit the republic of V and L any day and read Big Sur if she wants.
Oh, and we’ll feed her calabaza con leche.
A de autorretrato. Me encanta la foto. Cuando hablas de tus hijos hablas de ti mismo de una forma completamente distinta, con más paz.
Feliz Navidad
Mucha felicidad, mucha luz y mucho amor también para ti, David.