Fela Anikulapo Kuti (1938-1997) y sus quince esposas: Remi, Naa Lamiley, Aduni, Kevwe, Funmilayo, Alake, Adejonwo, Najite, ADeola, Kikelomo, Ihase, Omowunmi, Omolara, Fehintola y Sewaa.
“Reinas”, prefería llamarlas. “Aunque tenga favoritas, nunca te diré quiénes son”, respondió a un periodista occidental confuso e indignado por la poligamia.
Ellas también hablaron sobre la vida yoruba en comunidad con un esposo. “La palabra celos no es una palabra africana”, resumió alguna. “Estamos todas enamoradas de Fela”, dijo otra.
Uno de los grandes músicos del siglo XX –Miles Davis le consideraba el mejor, el más radical, el más brillante-, Fela era una contradicción: visionario y cruel, fanático y anarquista, tradicionalista y loco.
Fundó una religión de la que era sumo sacerdote; hizo política en Nigeria; fue mancillado, atacado y torturado por la dictadura militar; gestionó un club nocturno-comuna-vivienda-estudio de grabación-estado-independiente donde nació el afrobeat, Kalakuta Republic (incendiado tras un asalto militar en 1977); compuso centenares de canciones salvajes e insuperables; murió por complicaciones derivadas del sida…
Las quince reinas de Fela -retratadas con las típicas maneras paterno-occidentales en el musical Fela!, que enloquece al público de Broadway desde 2009 y que ahora empieza una gira mundial- participaban en las actuaciones como bailarinas. Ninguna tuvo otra intervención en la música además de la expansivas coreografías.
La mujer que tuvo un mayor predicamento sobre Fela no era africana y nunca fue una de sus reinas. Se llamaba Sandra Smith, era estadounidense, sus tatarabuelos habían sido esclavos y militaba en los Black Panther (Panteras Negras), la organización radical de autodefensa de los afroamericanos de los EE UU.
Sandra, a la que no se otorga demasiado crédito en las muchas publicaciones y ensayos sobre Fela, estuvo liada con el músico en 1969 en Los Ángeles.
Fue ella quien le hizo consciente de su africanidad, le pasó la autobiografía de Malcolm X, los libros de Angela Davis, le hizo escuchar a Miles Davis, John Coltrane, el free jazz, Jimi Hendrix, Bob Dylan, le puso en la senda de la música como medio de liberación personal y combate colectivo, le invitó al primer LSD, le enseñó a pensar…
Eran tiempos duros para el nigeriano. Había llegado a los EE UU con su primer grupo, Koola Lobitos. Querían conquistar América y se econtraron con pobreza, segregación y la constante persecución de la policía de inmigración. Tras escapar de Nueva York, se establecieron en Los Ángeles. No tenían ni para comer.
Sandra les encontró trabajo en el club Citadel d’Haiti, donde tocaban seis días a la semana. Al local, que estaba abierto hasta el amanecer, acudían luminarias golfas de Hollywood, entre ellos Frank Sinatra. La leyenda dice que una noche Frankie cantó con Fela y su grupo, que se habían cambiado el nombre por Nigeria 70 (por recomendación de Sandra).
«Sandra me abrió los ojos. Me hizo entender mi condición. Me puso en la senda de la verdadera música africana», declaró Fela.
Ella le amó durante toda su vida. Fue a Nigeria dos veces. Los militares intentaron detenerla, pero los partidarios de Fela la escondieron.
Sandra, que ahora lleva el apellido de su marido, Isidore, nunca quiso formar parte del harem de reinas del músico.
[…] sus amigos, construye puzles mestizos con citas no textuales de los Isley Brothers, el nigeriano Fela Kuti, Michael Jackson, Coltrane, Sly Stone, Davis, Ornette Coleman, George Duke, Herbie Hancock, […]