Fotógrafo andrajoso para el ideal femenino

16/01/2011
Miroslav Tichý

Miroslav Tichý

Llegan a España los voluptuosos retratos de Myroslav Tichý, el anacoreta que durante 30 años y con una cámara fabricada con basura capturó a todas las mujeres de un pueblucho de Chequia.

Mujeres agachadas, como si orinasen a escondidas; mujeres entregadas al baño absoluto del sol; mujeres en comunidad, sociales y risueñas; mujeres con determinación esquiva… Mujeres corrientes y molientes de un pueblucho de la Moravia checa (Kyjob, 12.000 habitantes), idealizadas como criaturas del bosque, diosas permanentes, lobas dominantes.

Frente a ellas, el monstruo voyeurista, el mirón. Un tipo grande y salvaje; desdentado, viejo y andrajoso; un piojo del sistema. Se llama Miroslav Tichý y tiene 83 años.Tengan cuidado con sus hijas. Le gustaría retratarlas. Hacerlas suyas.

Outsider art
La obra de Tichý, etiquetada por la crítica, quizá con demasiada simpleza, como outsider art (arte marginal), ha llegado este mes a dos ciudades españolas. En Madrid, Miroslav Tichý. Mirography. La esencia de la fotografía proscrita inaugura con 150 fotos la galería Ivory Press Art+Books (Comandante Zorita, 48; hasta el 15 de abril), tras la cual está Elena Ochoa, la esposa del arquitecto Norman Foster, responsable del diseño interno del local. En Palma de Mallorca hay otras 40 fotos del artista en la galería Kewening (Forn de la Gloria, 9; hasta el 11 de abril) en la muestra Oraciones, sueños y diosas.

En ambos casos, el espectador se encontrará con fotos realizadas al margen de la fotografía y del mundo. Ambos le interesan poco a Tichý, hijo único de un sastre, estudiante de Bellas Artes, torpe pintor plagiario de expresionistas y, como tantos otros checos de su generación, de ideales destruidos por los comunistas en 1948. Le prohibieron pintar, le encerraron en sanatorios mentales, le encarcelaron creyéndole disidente. Tenían razón.

Desde mediados de los setenta ejerció la más efectiva secesión. Como sugería el filósofo de los bosques Henry David Thoreau, decidió que, al ser imposible el hombre nuevo, conviene utilizar al viejo para nuevos empeños. Regresó al pueblo natal, se instaló en una infravivienda y vivió, como declara en el documental, Tarzán jubilado, con un solo propósito: “ser famoso haciendo algo y haciéndolo peor que cualquier persona en el mundo”.

Durante treinta años disparó unos cien retratos diarios de las mujeres del pueblo. En la piscina comunal, en el lavadero, en las calles y caminos, de picnic, en los parques… A veces cara a cara, pero casi siempre a escondidas, desde la clandestinidad.

Mujeres de verdad
Las jóvenes y adultas retratadas por Tichý no son de esa belleza de copos tostados de arroz enriquecidos con frutas rojas de Scarlett Johansson. Son mujeres con la feroz y voluptuosa sensualidad de Silvana Mangano con los pantalones remangados hasta el muslo en Arroz amargo. Mujeres de verdad, no necesariamente guapas pero, siempre, inmensamente guapas.

Una de las cámaras-basura de Tichý

Una de las cámaras-basura de Tichý

¿Equipo técnico? El que nunca se agota: la basura. Tichý construyó cámaras-desperdicio con latas de conserva, cartones, elásticos de calzoncillos y lentes de gafas viejas o trozos de plexiglax pulidos con ceniza de cigarrillos. Revelaba de noche en una ampliadora también fabricada a mano y completaba las fotos con paspartús y molduras de una pulcra inocencia.

Soportó alguna impertinencia, alguna acusación de locura –ese término con el que trazamos una frontera defensiva contra quienes no han dejado de sentir–, pero sus vecinos le dejaban hacer. Todo cambió cuando uno de ellos, Roman Buxbaum, descubrió la poderosa seducción, la belleza secreta, de aquellas miles de fotos.

En 2005 fueron exhibidas en el Kunsthaus de Zurich. En 2007, en el Museo de Arte Moderno de Frankfurt. El año pasado, en el Georges Pompidou de París. Un consorcio de creadores (Artist for Tichy, entre los que están Michael Nyman y Nick Cave) se encarga de ayudarle. Es tal su impronta que ya se ha dado la alerta sobre la comercialización masiva de falsificaciones.

[Esta pieza fue publicada el 26 de marzo de 2009 por el diario 20 minutos. Aquí la puedes leer completa en PDF]

Miroslav Tichý

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