te conocí en un aeropuerto vacío
entre aviones empujados hacia el mar
por las palabras descosidas
de tantos pasajeros muertos
los dedos largos de tu falda
acariciaban la tarde
en las pistas crecían malas hierbas
y una que otra flor rústica
presumiste de las sombras
son ideas, nubes sin rumbo, dijiste
ésta será nuestra casa, dijiste
siempre podremos volar
con la noche llegó el frío
necesitabas una chaqueta
encendí palos secos
la música no es necesaria en el silencio
tal vez podamos decir sin labios, dijiste
(siempre me anticipas)
mientras las visiones crecían como niños bien alimentados
brincando en tu pelo
para desayunar filtramos rocío
vendría bien representar destinos imposibles, dijiste
eso es todo, soñar
destinos imposibles, contesté
con certeza de ingenieros, recorrimos
las balizas muertas: una luz roja, una luz azul
sin embargo era tu falda
todavía, la que alumbraba mejor
probamos a masticar bulbos secos y tierra quemada
los animales nos enseñaban a cazar
escribimos en el cemento órdenes de aterrizaje
con el lápiz milagroso que esperaba en una grieta
«sin retorno», escribiste tú
«sin retorno», copié yo
Precioso.