George Sanders (1906-1972)
En la memorable Eva al desnudo (Joseph L. Mankiewicz, 1950), la película con el mejor guión de todos los tiempos, el crítico teatral Addison DeWitt dice a la protagonista, la estrella teatral Eve Harrington:
«Tenemos anomalías en común. Somos una especie distinta del resto de los humanos, somos gente del teatro. Somos las personalidades desplazadas primordiales».
Más de veinte años después, el 23 de abril de 1972, en un hotel de cuatro estrellas de Castelldefels (Barcelona), el actor que interpretaba al farisiaco DeWitt, el inglés George Sanders, de 65 años, escribió esta nota:
«Querido mundo: He vivido demasiado tiempo, prolongarlo sería un aburrimento. Os dejo con vuestros conflictos, vuestra basura, y vuestra mierda fertilizante».
Luego tomó un puñado de Nembutal (el barbitúrico por el que también había optado Marilyn Monroe, que actuó en Eva al desnudo como protegida del perverso DeWitt), regó las pastillas con vodka y se quedó dormido en paz.
Sanders, delicado, culto y de maneras amables, llevó una vida novelesca. Nació en San Petesburgo, pero sus padres abandonaron Rusia tras la revolución de los soviets de 1917.
Como actor trabajó para Alfred Hitchcock y protagonizó con Gene Tierney y Rex Harrison El fantasma y la señora Muir (1947).
Se casó, entre otras, con la irrepetible Zsa Zsa Gabor (y, unos años más tarde, con una hermana de ésta), firmó un disco como cantante, The George Sanders Touch: Songs for the Lovely Lady (cuya sedosidad se reivindica desde un grupo de Facebook), ganó un Oscar al mejor actor secundario por Eva al desnudo, puso la voz al villano tigre Shere Khan en la adaptación de Disney de El Libro de la selva (1967), es mencionado en la canción de The Kinks Celluloid Heroes (George Sanders would still have style, dice la letra)…
Pero se sentía fuera de lugar, tan desplazado como el crítico teatral DeWitt cuyo papel bordó. No entendía la falta de emoción, el equilibrio demente. «No deja de ser una triste ironía de la existencia que debamos, no ganar dinero para pasar el tiempo, sino perder tiempo para ganar dinero», dice en su autobiografía Memorias de un Sinvergüenza Profesional (1960).
Creo que antes de dejarse llevar por el fluido manso del Nembutal, George Sanders recordó la frase de Bette Davis, su compañera en Eva al desnudo:
«Admitiré que he vivido tiempos mejores, pero todavía no se me puede tener por el precio de un coctel, como un cacahuete salado».
Hasta ayer no supe que el escenario de la muerte fue Castelldefels, un feo suburbio frente al mar que, en 1972, ya empezaba a estar muerto.
Siempre me pareció un rara avis George Sanders, como un perfume extraño.
Adoro esta película y todos los años veo ‘El fantasma y la Sra…’, soy feliz viéndola.
Me produjo una sensación desoladora enterarme de que se había suicidado en un lugar con tan poco charmant como Castefa.