De haber cuajado en 1969 el supergrupo de Miles Davis, Paul McCartney y Jimi Hendrix —cuya génesis revela The Telegraph— hubiese quedado patente:
1. Que era Macca y no Lennon —como creen con desconocimiento los exegetas del difunto— el verdadero experimentalista de los Beatles, el único de los cuatro capaz de entender y tocar algo diferente a los cuatro compases básicos —pero dorados— del rock and roll.
2. Que el pobre Hendrix, músico de pautas, hubiera terminado de deprimirse con las consignas expresionistas de Miles («toca lo que no está», «toca más rojo y menos azul»…).
3. Que la música rock de 1969 era una bonita basura. Bonita, pero basura.
4. Que los pérfidos herederos de Hendrix serían un poco más ricos.
5. Que Miles hubiese salido de las sesiones convencido de su gloria (y con ganas de más heroína).
6. Que la democracia asamblearia suena muy bien en los libros, pero se queda en nada cuando se juntan un blandito, un funambulista y un emperador.
7. Que Yoko Ono seguiría haciendo calceta.