Metras

10/02/2010

Vejez, debería arder cuando cae el día
Dylan Thomas

Tenderé simplemente la ropa para ser niño con los bolsillos hartos de canicas y el corazón hambriento de suelo.

Si quieres serlo debes regresar al patio, me digo, al lugar de la tierra pisada por mil zapatillas Keds antes y por mil zapatillas de no sé qué marcas después.

Hacía calor y era sombra de rama lo que buscábamos para jugar a las canicas –metras, se les llamaba allá, con el tropicalismo indescifrable que provocan el sol blanco y la sensualidad del aire cargado–.

Jugábamos una variante del gua hispano, el pico, más o menos idéntica, pero sin hoyo en el suelo: lo suplantábamos por un triángulo, que siempre me pareció muy bíbico y pertinente, porque una bola de cristal es una de las aproximaciones más eficaces que se me ocurren a la forma que debería tener la divinidad.

Se jugaba con metras de muchos tipos (las irisadas eran las más vulgares), pero las partidas especiales, aquellas en las que ponías todo tu orgulo y mañas para vértelas con los rivales difíciles, se disputaban con grandes bolas de cristal, tres veces mayores que las normales: las llamábamos bolondronas.

Mis favoritas, sin embargo, eran las de un solo color: simulaban ser opacas, pero si las colocabas ante el ojo y mirabas al sol, notabas un grado de transparencia teñida, una calidad de mundo extra terreno.

Cuando no había rivales, en la soledad de mi cuarto, seguía jugando con mis metras: hacía carreras, practicaba la puntería y las formas sofisticadas de tiro con efecto.

Nunca me desprendí de ellas, hay centenares: las legué a mis hijos, siempre pensé que deberían ser propiedad de niños, calcen las zapatillas que calcen.

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4 Responses to Metras

  1. una canica guarda música de bach….la giras y puedes ver prelude in c major

    quiero metras como las de usted para ver el sol………

  2. carolina on 11/02/2010 at 14:11

    Mis canicas favortias también eran monocolor. Sobre todo las oscuras, que daban reflejos como plateados… Desgraciadamente no conservo ninguna, pero me podía pasar horas mirándolas y ordenándolas, desordenándolas y jugueteando con ellas. Siempre me gustaron más que las tabas.

  3. bichito on 11/02/2010 at 18:50

    trying: I love how you build metaphors… they must give you a job for turnning on the lights

    carolina: yo no me atreví nunca a dejarlas atrás… !cristales mágicos¡… ahora es h, con sus cuentas de collar, quien me las trae

  4. con el viento en las velas on 11/02/2010 at 20:45

    las canicas… cuando las vuelvo a ver me quedo como enganchado mirándolas, tan parecidas al iris que con ellas ya sabemos lo que hay detrás de los ojos: más de lo mismo. Las grandotas, nosotros las llamábamos zompos, siempre me parecieron una ordinariez: pesadas, difíciles de controlar, impracticables y feotas. No hay infancia sin canicas y tú no te atreves a dejarlas…
    La metáfora de trying…: se me acaba de abrir un mundo nuevo.

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