Dijo:
«La indignación moral es la estrategia tipo para dotar al idiota de dignidad».
También:
«La televisión rompió el confort de los cuartos de estar con la brutalidad de la guerra. Vietnam se perdió en ellos, no en los campos de batalla».
Y:
«El dinero es la tarjeta de crédito de los pobres».
Advirtió que:
1. Somos lo que vemos.
2. Formamos nuestras herramientas y luego éstas nos forman.
Meditó, antes que nadie, sobre la «edad eléctrica» y los peligros de la «aldea tribal» («llevamos a toda la humanidad en nuestra piel»), sobre el orgullo de la «alta definición» personal que siente la élite 2.0 («el estado del ser bien abastecido de datos») y, convencido de que «toda forma de tecnología es un reflejo de nuestra experiencia psicológica más íntima», se tomó con buen humor sus oscuras predicciones: «Como la máquina de escribir, el teléfono fusiona funciones, capacitando a la telefonista, por ejemplo, para ser su propia embaucadora y madame».
Marshal McLuhan, el canadiense visionario que dejó la enseñanza de la literatura inglesa para dedicarse a los media, el medio, su mensaje y masaje perniciosos, nació hace cien años, en 1911.
Tuve un profesor en la facultad que venía de Estados Unidos. Era un tipo algo pedante, pero sabía hablar inglés (lo cual le convertía en rara avis en un tiempo en que Buero Vallejo era a must). Fue él quien nos metió en los libros de inflamado humanismo de McLuhan, que no estaban editados en España y teníamos que leer en ediciones argentinas o británicas.
Otro de mis profesores, también recién llegado de una universidad extranjera, creo recordar que de Costa Rica, prefería otro predictor, el italiano Umberto Eco, que por entonces todavía no se dedicaba a aburridos juegos literarios para la alta burguesía, sino a la semiótica más adusta. Tuve que tragarme Obra abierta, La estructura ausente y Apocalípticos e Integrados.
No hace falta decir que el segundo de mis profesores era marxista. Mamar la leche amarga de Hegel es intoxicante y predispone a repartir el mal entre tus semejantes.
Me gustaban McLuhan y su juego. Su teoría estaba vacía.
Observaba y anunciaba con buenos ojos:
«El mundo necesita un diluvio de caridad».
Se atrevía a juzgarnos:
«Malditas las galerías de arte y los museos que encarcelan y clasifican el espíritu humano».
«En la edad eléctrica no tendremos trabajos, tendremos roles».
Y también a predecir la exhibición y el voyeurismo de las redes sociales con una exactitud extrema:
«El objetivo primordial de la humanidad es observar al otro e invadir su privacidad. Todos nos hemos vuelto porosos».
Dejo unos cuantos enlaces para que ustedes disfruten (y se asusten del lugar en que nos hemos metido para masturbarnos):
Una entrevista sin desperdicio en Playboy (marzo, 1969).
Una amplia selección de vídeos en la web McLuhan Speaks con declaraciones sobre el futuro, Internet (que, claro, predijo), la publicidad invasiva, la información entendida como un explosivo…
La selección de la impagable página Ubu Web sobre McLuhan, que incluye desde entrevistas en televisión hasta el disco The Medium is the Massage, un collage vanguardista basado en el libro.
Curioso, segunda vez en una semana que oigo hablar de la «Galaxia Gutemberg». un tipo interesante, necesito más tiempo para leerme la entrevista. Gracias