Gravity train

03/04/2010

Mi ánimo tras el décimo cigarro de la mañana,
una población en estado de sitio, sin recuerdos.

Las letras de hace una década, dos, tres,
cifras de una contabilidad arcaica.

Sirenas de barcos en la niebla,
el llanto de niños llamando a mamá.

La uña partida,
un diploma de la única titulación que merezco: triturador.

Los pliegues de tu falda,
el mapa de un territorio.

La sinfonía del campanario,
el hierro al fuego para marcar ganado.

La llama de este fósforo,
el único aliento del moribundo.

La lima en el centro del patio,
el santuario de la peregrinación.

Los cascotes de la obra,
autobiografía.

Las olas de tres metros,
la bendita locura de los niños.

El musgo en el tronco del castaño mellado por el rayo,
una invitación a descansar sobre la tierra.

Mis discos, apilados, perdidos,
la cápsula de una nave hacia otro mundo.

La tos del catarro,
el introito de una misa.

La coz del cielo de septiembre,
las cortinas del primer amor.

El mimbre de la panera,
un pasaporte de eternidad.

La tontería de la gaviotas,
el diapasón de otoño.

La voz de Bob Dylan,
clavo único de la cabaña.

La estela que dejas,
el perfume de una carta deseada.

Un beso en los dedos,
signo para estudiar la física que te sostiene.

El plato de arroz,
un cuadro en la pared.

Las conversaciones adivinadas,
la novela que podría ser.

Las páginas de este cuaderno,
príncipes herederos de un reino convulso.

La primera vez que escuché Crimson and clover, de Tommy James and The Shondels,
crema de leche sobre una tostada caliente.

Los papeles en los bolsillos, garrapateados
mensajes en la botella de un náufrago.

Las lágrimas derramadas sin motivo aparente,
como si me hubiese tocado la lotería de la muerte.

Las tardes sin fin de béisbol y mangos,
como si me hubiese tocado la lotería de la felicidad.

La primera vez que leí On the road,
agotado, un corredor sin fuelle.

Cerrar los ojos y dejarme ir,
idiota.

Abrir los ojos y seguir,
idiota.

Las acuarelas tras cada ventanal,
el museo es el mundo.

Una canción de Tom Jobim,
toalla extendida en la arena.

Un gemido en la habitación,
lámpara que se enciende.

Un diente roto,
tu bandera inocente.

Un día, otro día, un día más,
el rosario de las beatas.

Un arce en la niebla,
el knock out de combate de boxeo.

Los puentes sobre el mar,
emperadores locos.

La fachada de una cárcel,
un post-it recordando que no todo es hermoso.

Maldecir la vida como un estafador,
sin demasiado convencimiento.

Abrir las cerraduras como un adolescente,
con los labios apretados.

Beber sin dejar de reir, como
el tonto del pueblo.

Caer del bordillo, autómata imperfecto,
sin haber tropezado.

Mojar los dedos en vino
un mago, sin tocar la copa.

Drogarme de tu estampa, anacoreta,
sin otra imagen para venerar.

Escarbar, perro desmemoriado,
los rincones de tus jardines.

Volver a leer los best sellers, toxicómano terminal,
conforme con la droga adulterada.

Imaginar ciudades colgantes,
arquitecto en peyote.

Escribir sin tregua, como
un partisano.

Decir adelante, decir adelante, decir adelante,
dictáfono encallado.

Reventar la caja fuerte de tu espalda, como
el mejor ladrón.

[youtube=http://www.youtube.com/watch?v=l1AA2S6fNPA]

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6 Responses to Gravity train

  1. trying hard not to sell dreams for small desires on 03/04/2010 at 23:58

    i want to make a hanging mobile with your beautiful words…

  2. Daniel Ruiz García on 04/04/2010 at 12:54

    Estimado José Ángel,

    Por fin le encuentro. Yo era muy seguidor de su anterior blog, y le había perdido la pista. Ahora el Facebook chivato me ha servido para dar otra vez con Ud. Le conocí bibliográficamente con Bendita Locura, un libro que me entusiasmó y que ha tenido, lo reconozco, una gran influencia sobre mi última novela, «La canción donde ella vive» (Editorial Calambur, 2009). Estaría muy interesado en hacérsela llegar, aunque ya le leí que había dejado atrás su fase «Beach Boys».

    Por cierto, que si no le importa, le enlazo con mi blog, al que le invito para que se dé una vuelta si encuentra hueco.

    • bichito on 04/04/2010 at 13:53

      Gracias, Daniel. Me encantará leer «La canción donde ella vive».

      • Daniel Ruiz García on 05/04/2010 at 13:03

        Le dejo, si no le importa, mi email, a fin de que me remita si es posible una dirección postal para hacerle llegar el libro.

        darugar1976@yahoo.es

        Muchas gracias por su atención,

        Daniel Ruiz García

  3. con el viento en las velas on 06/04/2010 at 18:47

    Hay algo hipnótico en las enumeraciones. Esto que has escrito podría no tener fin.
    Tienes imágenes bellísimas, como ésta:
    «Un beso en los dedos,
    signo para estudiar la física que te sostiene»

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