Esta doble página será subastada el 10 de diciembre en Sotheby’s. Calculan que la puja puede llegar a 300.000 dólares.
La escribió -con el grafito pertinente de un lápiz- un muchacho de 22 años que merodeaba por Nueva York.
Le imagino vestido de gris, en armonía cromática con el lápiz y el cuaderno.
No tenía domicilio fijo. Iba de casa en casa, sableando a los amigos, pagando la hospitalidad, el té y los cigarrillos con la mejor minuta: canciones.
La pieza de la doble página la escribió en un apartamento de la calle 28, en el otrora vivo barrio del Greenwich Village. La caligrafía demuestra que el proceso fue nervioso.
Algunos no logran que la fiebre descienda.
Unas semanas después, el 26 de octubre de 1963, el muchacho de gris (anoto el nombre aunque sé que la precisión no es necesaria, Bob Dylan) estrenó The Times They Are A-Changin’ en un concierto en el Carnegie Hall
Las palabras (y la dicción naso gástrica, cromada por el desencanto) redujeron hasta la contractura toda posible benevolencia, toda posible presunción. También, creo, abrieron alguna ventana, derramaron agua fresca sobre el tabernáculo, emanciparon algunas manos…
La línea está trazada
El hechizo, lanzado
El que ahora es lento
Luego será rápido
El presente
Será pasado
El orden
Desaparece con rapidez
Y el que ahora es primero
Luego será el último
Porque los tiempos están cambiando
¿El precio de las dos páginas? ¿El coste del baile del lápiz barato sobre el papel barato? ¿La tasación de las tachaduras?
Nadie puede pujar por un alma. Rezo porque el papel sea ceniza en manos del comprador.