Dicen que el futuro es la cabeza de un perro, que se presenta como una niña enferma, una boca hambrienta de recuerdos. Dicen, cabrones, que es un planeta insólito, que no hay suficientes filtros para la máscara, que el último aliento es un caricia quirúrgica.
Dicen que las fauces del futuro son el bolsillo de un preso, una biografía de migas de pan, agua destilada y paquetes de tabaco, que el futuro es un garito donde siempre eres demasiado joven para entrar, un camino continuamente desandado, que el futuro, como la madre tierra, deja suturas y no reembolsa donativos, que se pone serio si pretendes bromear.
Dicen que el futuro es un grupo armado, el peligro en todo silencio, un número oscuro impropio del álgebra.
Dicen que el futuro se suicidará -porque los chicos de campo adoran el cuero- colgándose del cinturón, exhalando un último suspiro de siete octavas de pana
Dado que los límites del mundo son límites de lenguaje, dicen que el futuro gobernará como un adolescente, callando lo que no se puede hablar.
Leo que Pola Oloixarac, la nueva Lolita de la literatura del glamour maleducado (pero no tanto, vean su blog de beauty queen de las de siempre) también, mientras posa para la foto, habla del futuro:
La modernidad es nuestra antigüedad, recurrimos a Baudelaire y Duchamp como los renacentistas babeaban con los grecolatinos. En términos culturales, es un poco inevitable. Ésta es una época renacentista. No me culpes por ello.
Deseo que me entregues a las fauces del futuro, a la tautología de tu cuerpo, solamente una vez conocido pero siempre repetido.
Cuando braceo en la métrica de la ropa de dormir, cuando quiero que tu mano buscadora sea mano de choque, cuando te repito con aplauso de alas, cuando me suspendo de los hilos que empuñas, cuando imponemos silencio quitándonos bocados con percusión de dientes, cuando pido la muerte y autorizas, cuando prensas en un segundo, un aislado segundo, el caramelo del futuro disolviéndose sin enigmas, cuando soy el borde de tu barranco y el fondo de tu barranco…
Entonces el futuro, como la revelación de un martir, deja de ser inexpresable en ti y sé que nuestro futuro será desesperado o no será.
La modernidad es nuestra antigüedad, recurrimos a Baudelaire y Duchamp como los renacentistas babeaban con los grecolatinos. En términos culturales, es un poco inevitable. Ésta es una época renacentista. No me culpes por ello.
Espero que el futuro no sea tan desesperado como este presente.
El futuro es siempre, Carolina. Al mencionar el presente lo convertimos en pasado.
I won’t lie, the future does scare me. But the «dictatorship of Right Now» as Pico Iyer calls it, sometimes scares me even more…..
Yo vivo viendo hacia atrás. El presente y el futuro son los como materiales con los que intento construirme un pasado que no me averguence de ver.