El hogar es allí donde tu ausencia no pasa desapercibida.
Leí anoche la frase en las primeras páginas de una novela que promete perfume y gracia nabokovianos, El proyecto Lázaro, de Aleksandar Hemon.
Recordé un texto antiguo sobre el hogar que me atrevo a repetir:
tenía una casa, en otro tiempo, sabía manejarla, conducirme
por las atalayas de madera sin molestar, sin levantar espirales
una casa habitada por una guitarra sin culpa y unos
tres mil discos, tal vez más
tal vez menos
tenía una casa como un santuario, una niña desamparada vestida con muebles baratos
tenía cucharas, cajas, fotos en blanco y negro de carreteras en blanco y negro
algunas colgadas de la pared, otras apoyadas en mi espalda
otras jugaban al escondite
como calderilla ardiente
tenía esa casa de la que hablo, donde ningún tic tac interrumpía el destino
el tiempo era ritmo, el ritmo era blanco, el blanco era el de unas manos
siempre fuiste un poco campesina
un poco rural
me gustaba
tenía escasa mecánica, mucho artilugio manual, algunos dispositivos emocionales
papel y fruta, Hank Williams no protestaba por el café recalentado
siempre traté bien a los amigos
aunque sin palabras
un poco mudo
tenía un calendario con montañas que tuteaban a los dioses: Dhaulagiri, Hidden Peak
las torres del Paine, la Laguna Amarga, la Cordillera del río Wind…
aquello sí era poesía: campos de hielo colgante, pezones de roca
soñaba con botas
y sopa
tenía una casa
tenía un verbo
conjugado en pasado
Sólo retengo un débil recuerdo del momento en que escribí estas líneas que ahora me parecen torpes y con un deje infantil, pero sigo preguntándome si en algún lugar, en alguna casa, mi ausencia no pasa desapercibida.
Sigo preguntándome si es la casa la que necesita corazón o es el corazón quien necesita casa.
Casa, palabreja, palabra, dictado, gorgoteo y testamento. Casa, intemperie del alma.
Con las casas es necesario aprender a bailar. Hay casas mazurka, casas jota y casas sinfonía. Casas azules y profundas, casas rojas, epidérmicas, casas explosivas como un reality show.
Y está, en fin, esta casa, donde tu ausencia es palpable y húmeda como la lluvia que golpea, tic tac, contra el cristal del tragaluz.
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Ya sabes lo que pienso: tú eres la casa.
Hoy, precisamente, en camino a casa, en la hilera del banco, en la calle me di cuenta, de nuevo, de lo transparente que soy, de lo mucho que nadie me nota.
Pero al abrir la puerta, una sonrisa. Estoy en casa.
Tomo prestada la frase para mi, gracias =)
Oh… y te digo que de este lado ya notamos cuando no estas. =)
«…soñaba con botas y sopa…»
oh, mister, what a lovely home…….
(tres mil discos….scratchy heaven on a sunday afternoon)
h: te equivocas, la casa está en el centro tu pecho
todavía: he frecuentado la sensación de transparencia, sé de lo que hablas…
trying: the 3.000 records of my whole life (since I was a 9 years old kid all my pocket money had only one destiny) are property now of my oldest son… he listened Hendrix, Coltrane, Motown for the very first time… it’s the best gift I’ve made him
your son is a lucky man…………i ache thinking of all the records he has…….beach boys’ pet sounds….beatles’ white album……gosh………
my philosophy professor also gave away his record collection (mostly punk rock)
my attachment to vinyl must be too great…… i don’t understand…..