La cara que perdí

15/08/2015
'Nature Boy' - Wilfred Sätty

‘Nature Boy’ – Wilfred Sätty

Es mejor no salir en ningún libro
Que las frases no quieran abrigarnos
Una vida sin música y sin letra
Y un cielo sin las nubes que hay ahora
No sabes si regresan o se van
Las nubes cuando cambian tantas veces
De forma y pareciera que seguimos
Habitando el lugar que abandonamos
Cuando no conocíamos los nombres de los árboles
Cuando no conocíamos los nombres de los pájaros
Cuando el miedo era miedo y no existía
El amor al miedo
Ni el miedo al miedo
Y el dolor era un libro interminable
Que alguna vez hojeamos por si acaso
Salían nuestros nombres al final

Acabo de leer —demasiado tarde, lo sé, no guardo buenas relaciones con la actualidad— la novela que no es novela porque es diario y retorno y escalofrío Formas de volver a casa, que el chileno Alejandro Zambra publicó en 2011. El poema-desconsuelo que abre esta entrada figura en la secuencia final del libro, un exorcismo para saber que fuiste niño algún día.

Zambra tiene veinte años menos que yo. Pese a la holgura generacional y sus torbellinos, Zambra, como yo mismo intento sin conseguir otra cosa que parecer remilgado, atraviesa en silenciosa diagonal el cuarto en que se celebra una reunión de fantasmas teñida por la música de, por ejemplo, Everything but the Girl a la que ninguno de los presentes, demasiado ocupados en hacerse escuchar, presta la mínima atención. Zambra sabe que ninguna conversación debe oponerse a las plegarias.

Leyendo el librito a velocidad de bocanada padecí regresiones, precarios rewind: yo, niño de aldea enamorado de un nogal; yo, niño sometido al racismo venezolano-criollo; yo, insignificante adolescente, grabando películas con el tomavistas súper 8; yo, en algún momento convertido en turista de mi propia vida, derramada para alimentar a los insectos.

La mesa consumida por el fuego
Las marcas en el cuerpo de mi padre
La rápida confianza en los escombros
Las frases en el muro de la infancia
El ruido de mis dedos vacilando
Tu ropa en los cajones de otra casa
El ruido interminable de los autos
La cálida esperanza de volver
Sin pasos sin camino de memoria
La larga convicción de que esperamos
Que nadie reconozca en nuestra cara
La cara que perdimos hace tiempo

La ola de calor me recluye en casa. Fumo, bebo café, descifro la metamorfosis de las motas de polvo y cabellos que también buscan la sombra, deploro cada miedo no mostrado, un asomarse a la ventana convoca el pensamiento de la caída, siento un pergamino que crepita en mi pecho con cada inhalación…. He aumentado la dosis de los medicamentos, mis correajes, mi ratificación química, no hay nada que temer.

El libro de Zambra es uno de los códigos imprevistos que encuentras en los tropiezos. Ha despertado signos apaleados: un triste viaje sobre tierra oscura interrumpido por una gran fresa bordada en el pecho de lana de una niña, tocar tus piernas a través de la tela de la falda, let’s get lost

Trasteando con la cámara que parecía muerta, la encuentro renacida y en forma.

El párrafo final de Formas de volver a casa también me pertenece:

Miro los autos, cuento los autos. Me parece abrumador pensar que en los asientos traseros van niños durmiendo, y que cada uno de esos niños recordará, alguna vez, el antiguo auto en que hace años viajaba con sus padres.

Hago una Polaroid. Interminable.

01

 

Tags: , , , , , ,

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *


Fotos (digital)

Fotos (digital)

archivo de mi fotografía digital

Fotos (film)

archivo de mis fotos analógicas

mi libro de no ficción

mi libro de no ficción

Bendita locura. La tormentosa epopeya de Brian Wilson y Los Beach Boys

mi fotolibro

De Jose Angel Gonzalez

hot parade

fotos de autores a los que admiro

posts recientes

archivo



reportajes


Follow

Get every new post on this blog delivered to your Inbox.

Join other followers: