Una hora del mejor blues por 1,35 euros

08/01/2011
"Abc of the Blues" (Membram/Karonte, 2010), caja de 52 CDs

"Abc of the Blues" (Membram/Karonte, 2010), caja de 52 CDs

Steve Jobs, Yoko Ono, Paul McCartney y los herederos de Michael Jackson se están pudriendo en oro en una silenciosa e interesada sordina.

La tienda de venta de música online iTunes ha reconocido que ha despachado 450.000 álbumes completos y dos millones de canciones sueltas desde que sacó a la venta el catálogo completo de los Beatles, que maneja la empresa de Jobs con carácter monopolístico hasta una fecha indeterminada de este año.

La tajada es enorme para casi todas las parte implicadas. Los propietarios de las canciones (la empresa que gestiona la herencia de los Beatles, Apple Corps, y Sony/ATV Music Publishing, la antigua editoral de Michael Jackson, dueña de buena parte del catálogo) están recibiendo de iTunes entre 18 y 22,5 céntimos de dólar por canción vendida (a un precio de 1,29 dólares cada una).

La novedad es una hecatombe para los grandes emporios musicales transnacionales. EMI, la distribuidora de los discos de los Beatles, ha sido puenteada y no recibe ni una migaja.

Algunos otros dinosaurios han conseguido acuerdos judiciales para disponer de su obra para el menudeo digital. Pink Floyd acaba de ganarle un pleito a EMI. Los Allman Brothers, Eminen y AC/DC están a la espera de dictámenes de los tribunales.

Mientras ellos cantan Money (Your lovin’ give me a thrill / But your lovin’ don’t pay my bills) y nosotros Too Much Monkey Bussiness (Pay phone – something wrong – dime gone – will mail / Ought to sue the operator for telling me a tale – ahh!), lo mejor es combatirlos como más les duele: pasando de su mercancia y comprando la del vecino.

Por ejemplo, más de 47 horas de blues a 1,35 euros la hora.

La ganga que les propongo se titula ABC Of The Blues. The ultimate collection from the Delta to the Big City. Una caje de ¡52 discos! a un precio que parece de los tiempos de mi abuela:  64 euros.

No se trata de musiquilla ortopédica, ni de relleno mullido para languidecer: es el pantano completo. El elenco, que reune a cien artistas, es de primera.

Silencio y un hurra tras cada nombre, por favor:

Kokomo Arnold, Alberta Hunter, Amos Milburn, Arthur Gunter, B.B. King, Barbecue Bob, Bessie Smith, Big Ball Broonzy, Big Joe Turner, Big Joe Williams, Big Macco, Big Mama Thornton, Big Maybelle, Billy Boy Arnold, Blind Blake, Blind Willie Johnson, Blind Willie McTell, Blue Le Barker, Bo Diddley, Bobby ‘Blue’ Bland, Buddy Guy, Bukka White, Champion Jack Dupree, Charles Brown, Charlie Patton, Clarence ‘Gatemouth’ Brown, Cousin Joe, Earl Hooker, Eddie Cleanhead Vinson, Eddie Taylor, Elmore James, Floyd Dixon, Frankie Lee Sims, Furry Lewis, Howlin’ Wolf, Huey ‘Piano Smith’ Ivory, Joe Hunter, J.B. Lenoir, Jimmy McCracklin, Jimmy Reed, Jimmy Rushing, Jimmy Witherspoon, Jimmy Yancey, John Lee Hooker, Johnny Guitar Watson, Johnny Moore’s Three Blazers, Johnny Otis, Johnny Shines, Josh White, Junior Parker, Junior Wells, Leadbelly, Leroy Carr & Scrapper Blackwell, Lightnin’ Hopkins, Lightnin’ Hopkins, Lightnin’ Slim, Little Walter, Little Willie John, Lonnie Johnson, Lowell Fulson, Magic Sam, Memphis Minnie, Memphis Slim, Mississippi Fred McDowell, Mississippi John Hurt, Muddy Waters, Otis Rush, Pee Wee Crayton, Peetie Wheatstraw, Percy Mayfield, Professor Longhair, Richard Berry, Robert Johnson, Robert Lockwood, Robert Nighthawk, Roosevelt Sykes, Roy Milton, Screamin’ Jay Hawkins, Sippie Wallace, Sister Rosetta Tharpe, Skip James, Sleepy John Estes, Slim Gaillard, Smiley Lewis, Snooks Eaglin, Snooky Pryor, Son House, Sonny Boy Williamson I. (John Lee), Sonny Boy Williamson II. (Rice Miller), Sonny Terry, Sunnyland Slim, Tampa Red, T-Bone Walker, The Four Blazes, Tommy Johnson, Tommy McClennan, Willie Dixon, Wynonie Harris…

Blues del Delta, acústico-rural, swamp, Nueva Orleans, jump, piano, jazz-blues, gospel-blues, r&b temprano, blues eléctrico… Todas las bastardías que emergieron del algodonal y la miseria están representadas en esta antología.

No hay rigor en la presentación: el orden es alfabético y no cronológico, geográfico o de estilos, pero, en compensación con el cofre regalan, no es broma, una armónica Hohner Puck.

Son grabaciones originales, no tomas baratas preñadas de ruido blanco. ¿Trampa? Ninguna. El único secreto es que son canciones de dominio público, patrimonio de todos, no de cuatro mercachifles o una viuda japonesa.

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