Araki: «Lo que la sociedad pretende ocultar»

16/05/2013
Grand Diary of a Photo Maniac © Nobuyoshi Araki courtesy of Michael Hoppen Gallery / Taka Ishii Gallery

Grand Diary of a Photo Maniac © Nobuyoshi Araki courtesy of Michael Hoppen Gallery / Taka Ishii Gallery

Pese a la fama universal que le acompaña y a que algunas de sus obras hayan envuelto objetos de consumo popular y masivo —por ejemplo, la cubierta y todas las fotos de Telegram, el disco de remixes editado por Björk en 1997, o su editorial de moda en Vogue con Lady Gaga en 2009 (al que siguió una serie de Polaroid que dio mucho que hablar)—, el fotógrafo japones Nobuyoshi Araki sigue siendo un artista que levanta ampollas y obliga a los organizadores de sus exposiciones a alertar sobre el contenido explícito de las imágenes.

A punto de cumplir 73 años —los celebra el 25 de mayo— y con más de 400 libros editados —pasa por ser el artista contemporáneo con mayor obra impresa—, Araki llega ahora a Londres para mostrar una exposición antológica que, como dicen desde la galería Michael Hoppen Contemporary especializada en arte japonés, quiere mostrar «lo que la sociedad pretende ocultar». La colección retrospectiva, con fotos de casi todas las etapas del japonés, puede verse hasta el 8 de junio.

Considerado un genio de la sensualidad y el erotismo japoneses o un pornógrafo cuya obra degrada a la mujer y adolece de sexismo, Araki afirma que prosigue una tradición y que no hay nada de malo en la exploración de la sexualidad siempre que exista un acuerdo mutuo entre los participantes. Sus imágenes más provocadoras están basadas en el bondage japonés, con fotos de modelos atadas y colgadas según las técnicas del Kinbaku-bi (literalmente, la belleza del atado apretado).

La exposición de Londres coincide precisamente con la edición de lujo en tres volúmenes de Bondage, la antología definitiva de la obra de Araki sobre el encordado y la dominación sexual consentida. Los libros, editados por Taschen, están impresos en papel de alta calidad, vienen dentro de una caja de madera y son un capricho al alcance de muy pocos: tienen un precio de venta de unos 800 euros.

Sin vergüenza y con mucho orgullo, Araki «desafía las costumbres sociales de su país de origen y, sobre todo, las leyes de censura», añaden los galeristas. El cuerpo de trabajo basado en el Kinbaku-bi, dicen, puede ser «fuerte y ofensivo para algunos» o «molestar a otros», pero las «hermosas imágenes» responden a una tradición que se remonta al siglo XVII, cuando en Japón comenzaron a florecer los grabados en madera shunga, con explícitas escenas de sexo (shunga significa primavera, uno de los eufemismos japoneses para el coito), con frecuencia teñidas de surrealismo.

«Siempre me gustó hacer fotos que fuesen similares a los shunga, pero no he alcanzado ese nivel todavía. En esos grabados no hay vergüenza. En algunos los genitales son visibles, en otros hay algo oculto por el kimono, no muestran todo. Es como si ocultasen un secreto», dice Araki en una declaraciones distribuidas por la galería sobre su relación con la escuela de grabados eróticos, que fue la inspiración de Pablo Picasso en la Suite Vollard.

Para buscar contexto y quizá para quitarle hierro a las fotos, la exposición acompaña la obra de Araki con algunos grabados shunga. «Son mucho más explícitos que las obras de Araki, pero han transcurrido centenares de años y se han convertido en objetos y no en simples dibujos pornográficos», declara el responsable de la galería.

Pero sería injusto reducir a Araki a la condición de fotógrafo de juegos sexuales más o menos clandestinos aunque muy antiguos. Casi nacido con una cámara en las manos —sus primeras imágenes son de la adolescencia y trabajó durante años en la agencia de prensa Dentsu, una de las mayores del mundo—, este frenético trabajador ha desarrollado un extremo interés por la vida de las grandes ciudades, que entiende como matrices llenas de modos de vida, las flores, la muerte y la intimidad.

Uno de sus libros más bellos es Sentimental Journey, que narra la luna de miel con su primera esposa, Y?ko Araki. Cuando la mujer murió, en 1990, su marido retrató sus últimos días y los editó en otro libro conmovedor Winter Journey.

 © Nobuyoshi Araki courtesy of Michael Hoppen Gallery / Taka Ishii Gallery

© Nobuyoshi Araki courtesy of Michael Hoppen Gallery / Taka Ishii Gallery

 © Nobuyoshi Araki courtesy of Michael Hoppen Gallery / Taka Ishii Gallery

© Nobuyoshi Araki courtesy of Michael Hoppen Gallery / Taka Ishii Gallery

[Escrito para Artrend – 20 minutos]

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