Los dibujos espectrales del torturado Alfred Kubin

21/10/2013
Alfred Kubin

Alfred Kubin

El mundo no era un lugar por el que sintiera agrado y no sabía relacionarse con los demás. Estaba marcado por la muerte de su madre —sobre cuya tumba intentó suicidarse cuando tenía 19 años— y sufrió varias crisis de aguda depresión. Su obra, prolífica y variada (hizo fotos, escribió novelas, pintó y dibujó) es una de las más fascinantes de su tiempo.

Alfred Kubin (1877-1959) vivió una existencia de sufrimiento y retiro, pero fue admirado por buena parte de la intelectualidad centroeuropea: Franz Kafka le consideraba uno de los mejores escritores, Herman Hesse no dejaba de alabarle, el cineasta Murnau le nombraba como principal fuente de inspiración para su cine expresionista —varias escenas de Nosferatu tienen escenografías que copian literalmente obras de Kubin—…

Una gran colección de sus dibujos tempranos, quizá los más brillantes de su carrera, se expone en el museo Nottigham Contemporary (Reino Unido) en la muestra The Other Side (La otra parte), titulada como la novela más famosa de Kubin, una distopía de tono absurdo y apocalíptico, editada en 1909, que tuvo gran influencia en Kafka, Gustav Meyrink y los surrealistas.

La exposición muestra los seres inquietantes —animales que parecen dotados de humanidad y seres humanos animalizados— y las criaturas fantásticas que pueblan la obra de este artista conmovedor que no dejó de interpretar y ampliar los temas de la muerte y el trauma, anticipó con su atmósfera negrísima los horrores de la I Guerra Mundial y, como ilustrador, llevó a tinta china los ambientes de pesadilla de Edgar Allan Poe, Dostoyevski y E.T.A. Hoffmann.

Nacido en Bohemia, que entonces era parte del Imperio austrohúngaro, Kubin es considerado un representante medular del simbolismo y el expresionismo. Su vida, marcada por la desolación y la profunda tristeza, fue compleja y pasó gran parte de ella retirado en un destartalado castillo del siglo XII.

Antes había estudiado arte en Munich, donde descubrió a sus principales influencias, Goya, Munch, Ensor y Odilon Redon. A comienzos de 1900, justo después de Freud publicase La interpretación de los sueños, Kubin estaba produciendo cientos de dibujos exploratorios de los abismos del inconsciente, aunque, al contrario que Freud, el artista no deseaba ahondar en el sentido, sino en los símbolos.

«El sueño es como un cuadro, pero hay que cuidarse de desmembrarlo de acuerdo a un sistema moral o psicológico para encontrarle una interpretación: es preferible permitirle al espectador que subsista en su genuina pureza simbólica porque la visión visible y creadora es más fuerte y fecunda que su prolijo análisis», escribió.

La muerte, la maternidad, la sexualidad y la paternidad son los motivos principales de esta etapa febril, en la que el artista también deja notar sus lecturas de las tesis nihilistas de Nietzsche y Schopenhauer.

A pesar de la naturaleza explícita y violenta de su trabajo, Kubin encontró el éxito de crítica y público. Su obra fue admirada por artistas como Paul Klee y Franz Marc, quien lo invitó a unirse al colectivo Der Blaue Reiter, cuna del expresionismo.

Pese a su debilidad, Kubin superó las dos guerras mundiales. En la primera llegó a combatir, aunque fue dado de baja tras una crisis nerviosa. La segunda la vivió en el encierro de su castillo. Los nazis le consideraban un artista degenerado y prefirió no asomar la cabeza.

[Escrito para Artrend – 20 minutos]

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