Dijo: «Nada tenemos que decir, excepto que somos miserables».
También: «No soporto a los hombres, ni las conversaciones de hombres. Me vuelven loco. Los hombres siempre hablan de lo mismo: de su profesión o de mujeres. Es imposible escuchar algo original en boca de los hombres. Las reuniones de hombres me son insoportables. Prefiero la cháchara de las mujeres».
Aún más: «Lo que pensamos ha sido ya pensado, lo que sentimos es caótico, lo que somos es oscuro».
Y: «Nos hemos resignado con el hecho de que, aunque la mayor parte del tiempo en contra de nuestra voluntad, tenemos que existir, porque no nos queda otro remedio y sólo porque una y otra vez, cada día y cada minuto nos resignamos de nuevo a ello, podemos continuar».
De su país, Austria opinaba que es «un negocio sin escrúpulos donde sólo se comercia con todo y donde todos estafan a todos por todo», una nación «brutal y estúpida».
De su lengua, el alemán, que es «envarada y torpe, en el fondo horrible. Es una lengua espantosa que mata todo lo que es ligero y maravilloso. Lo único que se puede hacer, es sublimarla con el ritmo, confiriéndole musicalidad».
Ni un gramo de correción, un profundo hastío, ninguna esperanza. Thomas Bernhard (1931-1989), el escritor de la catástrofe, se fue del mundo como había previsto, de una enfermedad pulmonar.
Lo dejó todo planeado con un desprecio igualmente pronosticable: la muerte sólo fue anunciada tras el funeral y el legado literario fue entregado a una fundación. Con una expresa prohibición: que ninguno de sus libros fuese jamás editado en Austria, ni sus piezas de teatro escenificadas en todo el territorio del país.
En Viena, la ciudad en la que vivió, despertó odios casi asesinos (le insultaban por la calle, intentaron agredirle…), pero también pasiones que aún perduran.
Este año, cuando se cumplen 80 del nacimiento del autor de la trilogía biográfica El origen, El sótano y El aliento, se celebra la efeméride de diversas formas.
La galería WestLicht, la más veterana de la ciudad, presenta la exposición Thomas Bernhard: Das Fürth Allez Zu Nix (Todo esto no conduce a nada), con doscientas fotografías de un escritor que, pese a las apariencias, era campechano y nada esnob -sólo se permitía el capricho de utilizar zapatos italianos-.
También se presentan, como material complementario, un documental con opiniones sobre la obra de Bernhard de 60 personajes contemporáneos del autor y el ensayo Thomas Bernhard. Der Wahrheit auf der Spur.