Además de demostrar que todos somos igual de soeces a la hora de enjuiciar a nuestros conocidos -siempre que los afectados no estén presentes-, los cables top secret revelados por Wikileaks demuestran, primero, la escasa pericia literaria de los funcionarios diplomáticos, a quienes les vendría bien un tallercito de escritura creativa o la consulta...
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