Los retratos de Tshi predecían una grieta interior. También era un elemento de alarma su predilección por los “ángeles del jazz”, como les llamaba, los músicos que no piensan, al contrario que los roqueros, en términos de melodías tarareables sino en oraciones circulares y confusas. Una de las grandes amigas del fotógrafo era Lhasa...
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