Salimos aquella noche, como otras, para escapar del idioma apagado de la humedad, del nada que decir, del por dios que llegue el sueño. La canción que cantaba mi padre cuando estaba triste era de frailes murmuradores y era mejor evitarla. Vivíamos en un edificio de la calle Páez, en Chacao. El local de...
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