No es posible adivinar dónde estaba el fallo de Lee Wiley. Cantaba con sensualidad, le sobraba carisma y era apasionada pero teniendo siempre presente el punto exacto en que la pasión da paso a la desproporción. No le hacía falta, como a otras intérpretes de su tiempo, extremar las emociones, quebrar la voz con...
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