Mi siquiatra era un tipo más joven que yo, con una de esas barbas entre descuidadas y mira qué bien llevo los años. Se apellidaba (¡línea!) Barbudo y pasaba consulta en la calle (¡bingo!) de la Cabeza. Me cayó bien en la primera cita: bajó a buscarme al patio de la unidad de salud...
más»