Elvis Presley me regaló un Cadillac rosa. Lo hacía a menudo: repartía Cadillacs por puro capricho. Unos días más tarde, revisando el maletero, encontré un pellejo humano, la piel completa de un cuerpo, con aberturas para los ojos, calzas de piernas y brazos. Debe pertenecer a Elvis, pensé. Iré a Graceland a devolvérsela. Cuando...
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