
Una dama atildada, para romper la tónica de perros mojados. Está tomada con la Bronica de medio formato que llegó de un ángel celestial. Siempre me gustaron las manos en la cabeza, inútiles.
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Una dama atildada, para romper la tónica de perros mojados. Está tomada con la Bronica de medio formato que llegó de un ángel celestial. Siempre me gustaron las manos en la cabeza, inútiles.
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Ajeno al mundo como un informe de autopsia, siento que mi suerte depende de las ventanas: abrir o cerrar esos ojos velados por la ceguera del tedio. Solía abrirlas, dispuesto a probar en nuestra silueta los contrastes de la luz, pero también el golpe de sol hace daño y, muchas muelas rotas después, opto...
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Tres fotos, tres tanteos, con la Bronica que me envió Rafa desde España. Mejoraré. Se lo debo a mi amigo.
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