[Foto: Jorge Dragón]
Del retrato —que me hizo
Jorge Dragón— y la circunstancia del retrato sólo perviven astillas: mañana de domingo, la
Bobia (aquel bar que ahora es una franquicia, certeza que también puede aplicarse a la vida entera), una camisa comprada de segunda mano de la que estaba muy orgulloso, el pelo que parece un delito, el reloj que me regalaron mis padres cuando cumplí quince, el sortilegio básico de los cafés repetidos…
Quizá 1975, quizá 1976, tiempos de miga de pan, poquísimo dinero, discos, alguna droga, extrema paciencia y pretensiones de bohemia.
No alcanzo a desarrollar otra narrativa para la imagen de mí mismo en la exquisita languidez de la mañana de domingo. Ni siquiera sé dónde han acabado el reloj y la camisa.
Tags: Bobia, desmemoria, fotos, Jorge Dragón, Madrid
This entry was posted on 16/11/2012 at 10:23 and is filed under cansancios. You can follow any responses to this entry through the RSS 2.0 feed.
tímido- tímido!!!!!!!
Siempre y a mucha honra, compañero.