Unas cuantas fotos de medio formato, con dobles exposiciones, negativos solapados y esos otros milagros que la Holga ayuda a tramitar.
Pertenecen a un día de excursión a los Muir Woods, ese bosque-holograma para hacerte creer que estás en la naturaleza pero la naturaleza está fuera de la senda por la que te ordenan circular.
De regreso paramos en el extremo norte del Golden Gate, el pintón puente que han convertido en símbolo y caja registradora mancillando la memoria de los casi 2.000 suicidas que eligen el lugar para el final lap sin que los gestores del negocio hagan nada por intentar evitarlo excepto recoger del agua helada los reventados cadáveres.