tres dedos de piedra golpeando el carburador
tengo tres dedos de piedra que golpean el carburador
el hombre que soñaba con Robert Johnson afilaba la voz contra su propia sombra, renqueando como un perro llamado Patas, sudando como ante el primer amor
a veces, entre la nada de los días primorosos, encontraba elementos que movían su ensoñación: una niña de piernas turbias en el parque, entrenándose en patear contra la vida; el ragtime de la ropa interior volando, colgada en el tendal; una pequeña mentira escapándose de una pequeña boca, igual que una mota de polvo planeando en busca del retiro bajo la cama…
no quiero tu piedad mientras estoy en la cocina
no quiero en la cocina la sal de tu piedad
el hombre que soñaba con Robert Johnson lloraba en los rincones, había dejado de tomar pastillas, balbuceaba evitando otras miradas, imaginaba deplorables estrofas de blues tocadas en cuerdas frías de hielo
soy un hombre pálido, pero aprenderé a darte color
soy un hombre pálido, pero sabré darte un maldito color
a veces, disipado, caía de rodillas sobre el suelo que acababa de fregar, y, sintiendo el edén de fauces blancas del jabón, abría la Biblia al azar («había desaparecido la alegría de Jacob, / la flauta y la lira habían emudecido», Macabeos 3-45): los puritanos se queman con su propia chispa
voy a encender la conexión
quiero tus cables si me das calor
voy a encender la conexión
me gustan tus cables cuando dan calor
el hombre que soñaba con Robert Johnson creía en el pecado original, en la unción del aceite, en la luna de miel de la mugre en los pies, en la encrucijada de los tirantes de un vestido negro sobre unos hombros blancos
a veces seguía el rastro de las colillas en la acera y, puedes creerlo, las había fumado todas
trabajé con el diablo, codo con codo
codo con codo, trabajé con el viejo Satán
el hombre que soñaba con Robert Johnson era un tragafuego capilar, un torrente ligado a la cadena del agua: siempre corriente abajo, down and down and down
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[Robert Johnson nació en Mississippi en 1911. Una versión dice que murió tiroteado por un marido celoso. Otra sostiene que fue ahorcado. Una tercera, que fue envenado y falleció, a cuatro patas, aullando como un perro. Una cuarta, quizá la más literaria y seductora, afirma que la muerte tuvo que ver con la magia negra. Sea quien sea el cronista, nadie discute la fecha: 1938. Tenía 27 años, había grabado sólo 29 canciones. Nadie ha llorado como él, nadie, ni siquiera en los rincones]
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