Si aceptamos como cierto que el fotógrafo se retrata a sí mismo en cada foto en un desdoblamiento en ocasiones inconsciente pero siempre revelador, puedo imaginar a Isa Marcelli enfrentada a lo que Herman Melville llamaba la continua “conmoción del reconocimiento”.
Esta fotógrafa de amplia paleta se busca (y encuentra) en la letanía del silencio, la divina inconsciencia de los niños, el rostro de los otros o en la blancura de luz duplicada de la melancolía y la intimidad.
Nueva entrega de “Rayados de luz”, la sección que escribo cada martes en El Fotográfico