he humillado con pies blancos tu brotar
imposible calada de océano
he numerado los colores de las matas
maceradas en la sala de urgencias
he raspado el interior de la luz
con necias canciones de vaqueros
he aceptado las contusiones y la enfermedad
de ver el mundo desde un sumidero
he prestado mi cabeza
a la guillotina de la almohada
he tomado nota del horror de no encontrar tus ojos
cuando cierro mis ojos
he caído en los márgenes mullidos
del cisne que soplaste
he librado tantas batallas en una semana
que estoy cansado del dominio
de la inútil batalla contra un rival opaco